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Sexo unicornio: el nuevo trío

El editorial de Celia Blanco en 'Contigo Dentro'

Getty Images

Madrid

Esta semana he leído una información en los losreplicantes.com que me llamado la atención. Parece que se ha bautizado a la tercera persona que entra en una cama para acompañar a una pareja como unicornio. Sí, sí. Unicornio. Esa criatura mitológica representada por un caballo blanco con patas de antílope, brava de chivo y un cuerno en la frente.

Imaginario. Repito. Irreal. No lo olviden.

Se llama unicornio al tercero que entra en una cama y, por supuesto, no es el tercero en discordia. Recalco esto de la discordia, porque esa tercera persona que entra en una cama, bajo ningún concepto puede traer problemas a los otros dos. El unicornio no solo es mitológico. Parece que también tiene que ser mítico: El unicornio no debe implicarse emocionalmente con la pareja. Debe asumir su condición de exquisitez sexual con el que algunos deciden adornar sus sábanas. Son los propietarios de esas sábanas los que manejan la parte emocional de la relación y seguramente los que también se quedan con la peor parte de todos los experimentos amatorios que se atrevan a hacer.

Aunque no lo crean, ya hay App para encontrar a esos unicornios. Esos adultos capaces de asumir su ubicación en cama ajena. Al parecer, hay tantas parejas buscando unicornios, que es difícil encontrarlos sin ayuda. Y las nuevas tecnologías ya se han puesto manos a la obra.

Pero a mí, que soy colmillo retorcido, me gustaría saber hasta qué punto los unicornios pueden ejercer como tal, sobre todo cuando esos tríos se hacen con personas conocidas, con amigos a los que deseas. Quizás deberíamos ser sinceros antes que nada. Primero con nuestra pareja y después con cualquiera que vaya a entrar en la relación. Quizás en vez de seguir mitificando a los unicornios, nos iría mejor si humanizásemos nuestras relaciones, también las sexuales, para admitir que a veces no entendemos el sexo sin amor... Y no por ello, dejar de tener sexo. Ni tampoco criticar o juzgar a los que elijan darle a sus camas un punto de frivolidad absolutamente personal e intransferible.

¡Dejémonos de animales imaginarios! Seamos tan terrenales y carnales como deseamos ser sin obligar a los demás a que cambien de parecer. Seamos honestos y respetuosos con las demás opciones, no solo con las nuestras. Quien quiera ser unicornio, que lo sea y el que no pueda tener sexo sin amor, que no haga experimentos. Casi seguro que si normalizamos todas las opciones posibles, la vida y el sexo, sea el que sea, serán mucho mejores... Contigo Dentro.

 
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