Otras voces para otro tiempo
Además de pensar en qué pasará el domingo 1 de octubre, muy probablemente un fiasco para todos, y del que cada cual hará una lectura distinta; ya hay que planear qué hacer el 2, el 3, el 4 y las semanas que siguen

Hasta bravatas tenemos que aguantar en esta locura que vivimos con Cataluña. Advierte con solemne histrionismo Puigdemont “que no subestimen la fuerza del pueblo de Cataluña”, y Rajoy suelta ese “nos van a obligar a lo que no queremos llegar”, feo y amenazante. Hay también miles de firmas de gentes absolutamente respetables llamando a no votar el 1 de octubre por la falta de garantías democráticas de ese simulacro de referéndum fallido desde su propia, y enloquecida, convocatoria.
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Pero además de pensar en qué pasará ese domingo, muy probablemente un fiasco para todos, y del que cada cual hará una lectura distinta, ya hay que planear qué hacer el 2, el 3, el 4 y las semanas que siguen. Conviene para ello que aclaremos posturas. Por ejemplo: ¿quien llama a no votar en este referéndum, está diciendo que sí acudiría a otro, pactado y con garantías, sin decir con ello, obviamente, que votaría a favor de la independencia?
Porque si así fuera, y no parece una interpretación extravagante, todavía queda una oportunidad de futuro próximo para el diálogo político, si es que alguna vez callan los leguleyos y se aparta a los fanáticos del nacionalismo catalán -hay muchos- y español, también muy nutrido. Deben el resto de partidos, y la ciudadanía, dejar claro a unos y otros que empiezan nuevos tiempos. Y exigen, sin demora, nuevas voces.




