¿Preliminares? Los justos...
El editorial de Celia Blanco en 'Contigo Dentro'
Madrid
Lo contamos la semana pasada en el programa cuando llamamos por teléfono a la mujer que ha dado pie a la presentación de esta noche.
Por primera vez, el sexo ha estado en el escenario científico y escéptico cargado de sentido del humor que supone Naukas. Una cita ya imprescindible donde la ciencia se inocula en vena y donde se aprende a desechar la palabrería barata. Por primera vez en el escenario del Palacio de Euskalduna se habló de sexo un sábado por la mañana. Esas sábanas fueron ocupadas por Laura Morán, psicóloga, terapeuta familiar y de pareja y sexóloga por convicción. Y el tema no podía ser más apetecible: los preliminares. Eso que se supone que son los antecedentes de lo que buscamos...
Laura explicó maravillosamente las pocas ganas que tenemos las mujeres de que traten los preliminares como si fueran la antesala del mejor espectáculo del mundo. Como si lo mejor que nos pudiera pasar fuera a ocurrir cuando el hombre nos penetrara y nos despertara esa loba que todas tenemos dentro..
Todo eso que se supone que hacen para calentarnos.. recuerden que somos nosotras las frías y ellos los que siempre están a cien... Como si lo que esperásemos fuera esa verga enhiesta que enarbolan todos los que recurren a esos antecedentes con un único objetivo: que abramos más y mucho mejor nuestras piernas.
¡Ajá!
Miedo me da que el que se mete en la cama conmigo presuponga que su falo va a ser lo mejor que me haya pasado en la vida. No es que quiera otras cosas antes que puedan hacerme desear que me la meta. Es que mi sexualidad no tiene por qué incluir siempre el coito.
Me corro infinitamente más y mucho mejor después de que me hayan comido con fruición, por ejemplo... Pero pocos amantes preguntan y menos hombres aún asumen que quizás no sea tan importante eso que se sostienen entre las manos cuando orinan.
A ver si los que necesitan preliminares van a ser los señores. Si no ¡de qué! tanto interés en encontrar excusas para terminar metiéndola. Contemplen siquiera la posibilidad de que no sea eso lo pasa con nosotras.
¿Nunca se lo habían planteado? Pues basta escuchar el discurso de Laura para recordar el nombre de alguno que lo único que quería, lo único que buscaba y lo único que defendía aquella noche de marras era que su santa polla eyaculara.
Piénsenlo la próxima vez que crean que hay que calentarnos para recibir con ganas lo que pretenden ubicar entre nuestras piernas. Y no descarten que quizás ese órgano en cuestión ni está ni se le espera.