"Somos hijos de las estrellas"
Un maravilloso recorrido por los orígenes del universo y del ser humano
Madrid
“Era una noche cerrada, muy oscura. Salí a observar el cielo y en medio de aquella inmensidad pude observar la belleza de la Vía Láctea. En aquel momento me enamoré de la astronomía.” Son palabras de María Teresa Ruiz, licenciada en Astronomía por la Universidad de Chile, doctora en Astrofísica por la Universidad de Princeton y autora del libro “Hijos de las estrellas” (editorial Debate). La Vía Láctea es una galaxia con forma de remolino. El Sol se encuentra en uno de sus brazos con forma de espiral a unos veintiocho mil años luz de distancia del centro (un año luz es la distancia que recorre la luz en un año: 9,46 billones de kilómetros). Si mandáramos un mensaje a un planeta que estuviera cerca de ese centro, dicho mensaje tardaría veintiocho mil años en llegar y veintiocho mil años más tarde recibiríamos la respuesta. Así de inmensa es la galaxia en la que estamos. Si saliéramos de ella veríamos que tenemos una “vecina” muy parecida llamada Andrómeda. Andrómeda es una de las miles, quizás millones de galaxias que componen el espacio formando “cúmulos de galaxias” los cuales, a su vez, forman estructuras enormes llamadas “supercúmulos” que dan forma a una telaraña cósmica que cubre todo el universo. Infinito e inalcanzable, así de hermoso es el cosmos.
Saber más acerca de los misterios que guarda ese cosmos fue el firme propósito que se hizo María Teresa aquella noche. De este modo inició una larga y productiva carrera en el mundo de la astronomía que le ha hecho merecedora de numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Ciencias Exactas de Chile. Actualmente es presidenta de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile y acaba de publicar “Hijos de las estrellas”, un manual que con un lenguaje claro y atractivo condensa el conocimiento que la ciencia tiene actualmente sobre el universo. “Las observaciones nos indican que nuestro universo tiene trece mil setecientos millones de años de edad. Todo habría comenzado con el Big-Ban aunque esos primeros tiempos siguen siendo una gran incógnita”, ha comentado.
La luz viaja a trescientos mil kilómetros por segundo, gracias a esta característica conocemos el universo tal y como era hace cientos o miles de años y podemos reconstruir su historia, viajar por el espacio y el tiempo. La luz que emiten objetos lejanos tarda mucho en llegarnos, por ejemplo, cuando el Sol se está poniendo en realidad hace ocho minutos que está bajo el horizonte o cuando alzamos la mirada al cielo para contemplar las estrellas, muchas de ellas podrían haber muerto y desaparecido hace millones de años. Cuando lees estas líneas, la luz reflejada en la pantalla se toma un tiempo -muy breve- en llegar a tus ojos y cuando tu mente procesa esta información, está ya en el pasado. Esta cualidad de la luz nos permite ver el pasado de manera que “el presente es un momento imaginario, realmente no existe”, afirma la astrónoma.
“Hijos de las estrellas” te lleva, a través de sus páginas, hasta los confines del universo dando respuesta a muchos interrogantes. Es, además, un viaje que invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia y que termina con una hermosa frase: “Todos los elementos que forman parte de nosotros los fabricó el Big-Ban. Todos fueron fabricados por las estrellas, somos hijos de las estrellas.”
Hijos de las estrellas
20:12
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