La extrema derecha vuelve al Bundestag

La llegada al Bundestag del partido de la ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD en sus siglas en alemán) va a condicionar no sólo la agenda política de la nueva legislatura en Alemania, sino incluso la posible reconducción de la Gran Coalición entre los democristianos de Merkel y los socialdemócratas de Schulz. Esta es la opinión del politólogo Franco Delle Donne, autor del libro «El efecto AFD. El retorno de la ultraderecha a Alemania» junto al periodista Andreu Jérez. Los sondeos otorgan hasta un 13% de los votos a esta formación que ha conseguido tener representación en 13 de los 16 parlamentos regionales. No obstante, una de las grandes incógnitas del escrutinio del domingo es qué formación, entre la AfD, los liberales del FDP y los izquierdistas de Die Linke, consigue el tercer puesto que, a juicio de Delle Donne, le situaría «como el líder de la oposición. Esto supondría un golpe a los partidos tradicionales porque una nueva fuerza, como la AfD, conseguiría en tan solo tres años duplicar el caudal de votos: de 2 millones a 4 millones». Las causas del ascenso de Alternativa para Alemania, que comenzó siendo un país antieuropeista durante la crisis del euro y ahora es islamófobo, es, según Delle Donne, que aborda asuntos «políticamente incorrectos, que el resto de formaciones no se atreven a plantear en el debate político». Además de canalizar el malestar que se ha instalado en una parte de la población alemana, «desde los más pobres del Este a los ricos del Sur» del país. Paradójicamente, la irrupción de un partido de ultraderecha en el Bundestag por primera vez en 70 años va a forzar, a juicio de Delle Donne, a que se «reconduzca la Gran Coalición» entre los democristianos de Angela Merkel y los socialdemócratas de Martin Schulz, pese a que esto pone «al SPD entre la espada y la pared» porque «le impide desarrollar un perfil propio» y, tras doce años de colaboración de facto con la CDU, «vuelve a pelear no por hacerse con la cancillería, sino por no obtener el peor resultado de su historia». Los socialdemócratas también se verían perjudicados en caso de quedarse al margen del gobierno porque «la falta de compromiso» es penalizada por el elector alemán. Si el SPD decidiera no continuar con la Gran Coalición podría haber elecciones anticipadas dado que «la denominada coalición Jamaica -entre democristianos, liberales y verdes- »es muy complicada políticamente de formar porque, aunque ya existe en algunos gobiernos regionales, hay una parte de los Verdes que, por cuestiones ideológicas, son hostiles a cualquier compromiso con los socios bávaros de Merkel, los ultraconservadores de la CSU. Algunos analistas estiman que Merkel podría optar por gobernar en solitario como ya hizo Adenauer y apoyarse de manera alternativa a derecha e izquierda para sacar sus políticas adelante. Delle Donne, sin descartar esta posibilidad, cree que «no encaja con la estrategia política de Merkel, que se queda al margen de las discusiones para que sean otros los que asuman el coste político y al final, tomar una decisión porque no hay otra opción».