Real como la vida misma
Josep Ramoneda reflexiona sobre el acatamiento del 155 por los exconsellers de la Generalitat, la caída en la primera ronda de Barcelona como sede del EMA y la visita de Assad a Putin
El dietario de Ramoneda: "Real como la vida misma"
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Barcelona
Junqueras, Forn, Rull, Turull, Romeva, Bassa y Mundó van aceptando la aplicación del artículo 155 como estrategia para conseguir que les pongan en libertad. Es decir, reconocen su destitución. De modo que van cayendo rostros de la foto del gobierno legítimo. Pronto ya solo quedará Puigdemont al que Montoro pone entre la espada y la pared. Tiene diez días para pedir su pensión de expresidente y reconocer, por tanto, que ya no lo es. Si no lo hace, no cobrará. El principio de realidad se cuela por las paredes de la cárcel y por las residencias de los fugados. Real como la vida misma.
“Los partidos más anticatalanistas son los soberanistas”, dice Sáenz de Santamaría buscando sacar rédito de que Barcelona no haya conseguido la Agenda Europea del Medicamento. El soberanismo convertido en chivo expiatorio de todo lo que salga mal. Es lo que toca. Constitucionalistas e independentistas se entretienen en discutir si la culpa ha sido de la DUI o del artículo 155 y de la sensación de descontrol del territorio que dio el gobierno el 1 de Octubre. Sin duda, el conflicto en curso no era el contexto más adecuado para conseguir el objetivo. Pero unos y otros deben saber que Ámsterdam estaba mejor valorada que Barcelona en muchos campos. Y que probablemente la capital catalana hubiese tenido muchas opciones si la decisión hubiese dependido de los empleados de la agencia que tenían que trasladarse aquí. Pero decidían los gobiernos. Y la diplomacia tiene otras prioridades.
Putin recibe a Assad en Sochi. La foto es un escarnio para Occidente. Las contradicciones de Obama y la impotencia de una Unión Europea incapaz de definir una política exterior propia, fueron un regalo para Putin que aprovechó las vacilaciones y las incoherencias occidentales para adueñarse del terreno. Ahora Assad es un rehén suyo. Y Siria se ha convertido territorio Putin.