Los superpoderes de Alejandro Pelayo
La mitad de Marlango desnuda su proyecto en solitario “La herida Invisible” en Sala Mirador de Madrid
Madrid
Si lo de ayer en la Sala Mirador, en lugar de tratarse de un concierto, hubiera sido una película, el plano protagonista sería el de las manos de Alejandro Pelayo. Sus dedos repasando delicadamente cada tecla del piano, como si desvistiera una y otra vez la desnudez de un ser infinito. El artista tuvo el detalle de colocar sobre el instrumento una pequeña cámara para engrandecer lo que siempre intuimos desde la distancia: el hermoso baile sobre las teclas.
La segunda imagen de la noche sería la de un hombre elegante, esbelto. Solo mirará al público frente a frente en los saludos pero conversará mucho, hasta hará reír. Un artista tímido, nervioso, perspicaz, el de "La Herida Invisible" (Subterfuge) contenida en su primer proyecto en solitario al margen de Marlango.
Más allá de las manos, las imágenes fueron especialmente importantes en su recital. Cada composición (como De tu mirada el Silencio, Canción de Cuna o Amor Inocente, Tesio Vigoda o Dublín) estuvo acompañada de fotografías personales del músico, aportando una segunda lectura a las canciones. Explicó algunas en un encantador desorden ordenado, enriquecedor para comprender su universo sonoro. "Se me da mejor tocar que hablar, se nota que Leonor Watling lleva la voz cantante en los conciertos de Marlango", bromeó.
Una de esas historias fue la de su profesora María Teresa, la que le ayudó a creer de niño -y de mayor también porque así lo comparte con sus hijos- en los superpoderes del piano, que basta con una persona entre el público para poner el alma en un concierto. Gracias ella aprendió a tocar lento, a leer entre líneas, a refugiarse dentro de la música en La Tempestad, cuando no salen las palabras o un pedal mal engrasado enturbia mínimamente una interpretación impecable.
Habló Pelayo abiertamente de su lesión crónica en los antebrazos, del síndrome de Asperger, de pianos que merecen una popularidad mayor a los de las grandes producciones cinematográficas.
También desveló su pasión por contemplar fotografías, “cuando las miro tengo la sensación de que me quieren decir algo”, de cómo busca dotarlas de lenguaje musical.
Antes de despedir la velada citó al periodista Ramón Trecet: “Buscad la belleza. Es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo". Él la busca en su piano para salvarse del mundo, tal vez por eso suene la mayoría de las veces deliciosamente melancólico.
Alejandro Pelayo demostró anoche en Madrid que los instrumentos cantan sin necesidad de estrofas. Más vale una nota bien dada que La Piscina Vacía. El piano puede convertirse en un refugio a la medida de cada uno de nosotros y si se toca bien hasta tiene superpoderes.
Laura Piñero
Cartagena (1985) Periodista de la SER desde 2009. Ha pasado por Hoy por Hoy, A vivir Madrid y actualmente...