"Los dolores crónicos están ligados a fenómenos culturales de las sociedades avanzadas"
Seis millones de personas en España sufren dolencias de larga duración para las que no sirven los tratamientos médicos convencionales
Madrid
En estas fiestas, como en cualquier época del año, cabe todo: la alegría, los reencuentros, la tristeza, los excesos, la nostalgia; pero también y, sobre todo, la continuidad de la propia vida. Como la de los seis millones de personas que en nuestro país sufren dolor crónico, que a diferencia del dolor agudo, el tangible, el que se calma con fármacos, tiende a estar infravalorado, incluso por la propia comunidad médica.
El doctor Jordi Montero, después de 40 años tratando los orígenes de esta enfermedad, ha verbalizado en ensayos como "Permiso para quejarse" la invisibilidad de los que lo sufren. Montero define el dolor crónico como “aquel dolor que tiene larga duración, más de seis meses, y en el que no se encuentra daño”. “El cerebro comete un error y ve peligro donde no lo hay y genera la sensación de dolor”, afirma.
En el mundo occidental, millones de personas sufren dolor crónico, ya sea de espalda, de cabeza o de pelvis. Para el neurólogo, “este tipo de síntomas están absolutamente ligados a fenómenos culturales y emocionales de las sociedades avanzadas”. Aunque los tratamientos médicos convencionales no sirven para paliarlos, los avances en neurociencia permiten conocer mejor el funcionamiento del cerebro. “Hasta hace poco tiempo, a estas personas les decían que eran cuentistas. Ahora sabemos que sienten dolor, que dicen lo que notan”, concluye.
El dolor crónico
23:08
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Igual que este problema se detecta en los países desarrollados, la situación de los que la padecen en países menos avanzados es grave. “Si ya es duro el dolor crónico en un país como España, cuando visito lugares menos favorecidos, siempre pienso en cómo vivirán estos dolores en países donde no pueden atenderlos de ninguna de manera, cómo se deben sentirse sin que nadie les haga caso”, reflexiona Nacho Carretero.
Sergio del Molino incide en el control que ejerce sobre nosotros el cerebro: “Sufro dolor por una enfermedad, pero cuando estoy trabajando, concentrado, el dolor desaparece”.