Todos locos, menos la abuela

Seguimos inmersos en el lodazal del cuanto peor, mejor. Partidos y dirigentes de palabra volátil hacen imposible un entendimiento cabal entre los representantes de la ciudadanía, salidos de las urnas hace unos pocos días. Dijeron los letrados del Parlament que carecía de cualquier amparo legal una investidura telemática, fuera cual fuera la fórmula imaginativa que se planteara, y Esquerra, que anunció que se atendría a lo que dijeran los servicios jurídicos del Parlament, rectifica y acuerda con Junts per Catalunya el compromiso de intentar investir presidente a Carles Puigdemont. Y no hablamos de márgenes de semanas, meses o años, que la sesión inaugural de este esotérico Parlament tendrá lugar hoy mismo, 17 de enero, fecha inaugural para la cuenta atrás de la elección de quien vaya a presidir la Generalitat.

Como muestra del disparate en el que estamos inmersos, el nuevo presidente del Parlament, Roger Torrent, ERC de pura cepa, será elegido gracias a que los diputados de Domenech, Colau y Pablo Iglesias se abstendrán en la votación, porque entre presos y huidos a Bruselas los independentistas no alcanza la cifra mágica de los 68. Así que a esta temprana hora de este miércoles, solo quedan dios posibilidades: o Puigdemont coge el avión de vuelta y se expone a acabar en el trullo, o el bloque independentista se salta a la torera, una vez más, las normas de su propio Parlament e intenta una investidura en holograma. Nos hemos vuelto todos locos, menos la abuela, que ya estaba en el manicomio