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Opinión
El dietario de Ramoneda

La tercera pieza del ritual

Josep Ramoneda reflexiona los distintos pasos del ritual previsto para la investidura de un nuevo presidente catalán

"La tercera pieza del ritual"

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Barcelona

Poco a poco se van cumpliendo los distintos pasos del ritual previsto para la investidura de un nuevo presidente catalán. Primera fase, los independentistas sensibles al deseo de sus bases quieren dar reconocimiento al liderazgo del proceso vivido hasta el 27 de Octubre. Carles Puigdemont es el único candidato que en este momento dispone de una mayoría para ser elegido. Así se lo han dicho los partidos a Roger Torrent y a este no le queda otra opción que proponerlo. El gobierno español y la oposición catalana pondrán en marcha los mecanismos correspondientes para impedir la investidura. Como consecuencia de los cuáles, se pasará a la segunda fase: la asunción forzosa por parte del soberanismo de la legalidad vigente, con la elección de un nuevo candidato surgido de las filas del independentismo. Y así, ya solo faltará la tercera pieza del ritual. La toma de posesión del nuevo presidente que permitirá que el artículo 155 quede sin efecto pero convertido en amenaza permanente.

¿Es necesario todo este recorrido, que sin duda estará acompañado por las broncas y las amenazas, para llegar al final que todos sabemos? Es decir, un presidente que no será Puigdemont. No debería serlo. Y si es inevitable solo cabe pedir que sea breve. Pero es la consecuencia de la anormal situación en la que estamos, en que unos han ganado imponiendo los mecanismos constitucionales y los otros han conservado el apoyo ciudadano en forma de mayoría parlamentaria. Sin que por el momento haya visos de retomar la comunicación entre ambas partes que podría atenuar las tensiones. Como decía John Dewey, una de las figuras del pragmatismo americano, olvidamos demasiado a menudo que la democracia es, en primer lugar, exploración colectiva de los problemas.

El gobierno –a través de la fiscalía- quería ver a Puigdemont detenido en Copenhague, porque su electorado está ya harto de las burlas del expresidente. Y el juez Llarena dice que no, que no quiere caer en la provocación de Puigdemont y que ya llegará el momento. Es lo que ocurre cuando uno, en este caso Rajoy, elude sus responsabilidades políticas, y las subcontrata a otros poderes del Estado. Estos aplican su criterio, que no forzosamente coincide con los de la política.

 
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