'I’d rather go blind', el origen carcelario de la mejor canción de amor
Hace cincuenta años de la edición de ‘I’d rather go blind', una de las canciones más recordadas de Etta James
Madrid
Ellington Jordan no perdió el tiempo en prisión, el músico siguió escribiendo, tomando notas, esbozando ideas durante su tiempo entre rejas. “Estaba cansado de perder y de estar deprimido porque no sabía cuánto tiempo iba a estar encerrado, así que empecé a ir a una sala en la que había un piano y me sentaba allí”, explicó Jordan en una entrevista cuarenta años después de que una de esas notas acabase convirtiéndose en una de las canciones de amor más poderosas de todos los tiempos en la voz de Etta James.
Etta visitó a su amigo en prisión en 1967 y durante su charla unas notas llamaron su atención. Apenas eran un par de ideas y un par de versos, pero allí estaba la frase que acabó convirtiéndose en un éxito, en una de esas escasas canciones que son capaces de vivir medio siglo sin perder su fuerza: “Preferiría quedarme ciega que ver cómo te alejas”.
Jordan era compañero de James de Chess Records y había trabajado con las distintas estrellas del sello de Chicago como Muddy Waters. Entre rejas, el músico dio con algo especial, con algo distinto. “No soy un compositor optimista, suelo tirar las canciones, solamente termino aquellas que creo que pueden significar algo para alguien a parte de mí”, defendía en una entrevista. En aquellos versos, Jordan vio algo y James también. La cantante, que entonces tenía 30 años, se la llevó a casa para terminarla junto a su pareja de aquellos años, el también músico Billy Foster. Aunque en sus memorias James restó importancia a sus aportaciones asegurando que firmó como coautor para pagar menos impuestos.
En 1967, Etta James entró en los estudios Fame de Muscle Shoals para grabar con Rick Hall. La decisión de Chess de mandar a Etta a grabar con Hall tenía una doble intención. Por un lado el productor había sido el responsable del maravilloso I never loved a man the way I love you, el disco con el que Aretha Franklin había triunfado unos meses atrás, y por otro lado estaba la idea de mantener a Etta alejada de las drogas y un estudio en mitad de la nada en un pueblo pequeño de Alabama era una buena apuesta. Tan buena que fue un éxito. Etta James grabó un álbum inmenso en Alabama y reflotó su carrera en unos años en los que las adicciones amenazaban con estropearlo todo.
Tell Mama llegó en 1968 y fue un gran éxito para Etta, sobre todo gracias a I’d rather go blind, que entró fuerte en las listas americanas conectado con mucha gente. Los primeros versos te atrapaban de lleno. “Algo me dijo que se había acabado cuando te vi hablando con ella, algo en lo más profundo de mi alma me dijo: “Llora, chica” cuando os vi caminando juntos. Preferiría quedarme ciega que verte alejarte de mí, te quiero tanto que no quiero verte machar”, cantaba James con esa voz rota y seductora capaz de conmover, irritar y romper el alma. Cuando el disco estuvo terminado la canción llegó a Chicago, a la mesa de Leonard Chess, y cuenta la leyenda que el hombre lloró al escucharla. Puede ser parte del mito, pero resulta uno totalmente creíble.
Ese mismo año, y tras salir de la cárcel, Ellington Jordan grabó su propia versión de la canción, con el paso de los años lo harían decenas de artistas desde BB. King a Beyoncé pasando por Fleetwood Mac, Paul Weller o Koko Taylor, incluso la registro Clarence Carter, que era ciego de nacimiento. “Es curioso, pero esa canción ha estado profundamente conectada conmigo a lo largo de mi vida hasta el punto de que ambas hemos crecido juntas”, escribía James en su sombría autobiografía.
Cincuenta años de su edición, I’d rather go blind sigue teniendo toda su magia, toda su fuerza para conmover con ese lamento roto de Etta James, una mujer que era la indicada para cantar esta canción que se encontró visitando a un amigo en la cárcel, un tema que ha acompañó a James hasta su muerte y que ha sido una de sus canciones más emblemáticas.