Esta extraña calma (y sus efectos sobre PP y PSOE)
En plena parálisis, a la espera de una investidura en Cataluña y de los presupuestos, Ciudadanos y Podemos se acercan para erosionar a un bipartidismo que cae en el CIS
Madrid
Hace ya un tiempo que la parálisis define el escenario político, como si después de grandes sacudidas solo cupiera esperar. Esperar a que se resuelva el escenario catalán, a que se aprueben los presupuestos –que ni siquiera se están negociando–, a que el Congreso impulse alguna ley. El Parlament sigue en el limbo y, por extraño que resulte, el curso parlamentario español ha empezado esta semana. La oposición preguntó a Mariano Rajoy por Cataluña, por la brecha salarial en la que "es mejor no meterse" y por la corrupción, pero el presidente del Gobierno contestó con un "tenga usted muy buenos días". Si esto va de esperar, nadie supera a Rajoy. Apenas hay movimientos políticos aunque la quietud no se da solo en España. Es una tendencia europea.
Mientras otros corren, Europa espera. A que se resuelva la negociación del Brexit, a que se ponga en marcha el nuevo gobierno alemán ahora que hay acuerdo, a que Italia vote el 4 de marzo. Lo único que se observa, mientras se alarga la espera, es un movimiento de fondo –y lento, como requiere el momento– sobre el bipartidismo. Emmanuel Macron, que acabó con él en Francia, ha dedicado la semana a replicar en Córcega al nacionalismo corso, en un viaje al que la Moncloa ha dado una traducción inmediata. Macron apela a la unidad republicana mientras espera, él también, a Angela Merkel.
En Alemania, la CDU ha resuelto 130 días de interinidad con "dolorosas concesiones" al SPD, lo que sitúa a los dos grandes partidos, de nuevo, en el mismo ejecutivo. El bipartidismo se moviliza, pese al coste que ya notan en las encuestas. En España, donde poco se mueve, el acuerdo alemán se ha observado con gran interés. Primero por los precedentes, porque en Alemania han evitado la repetición de las elecciones que aquí se dio, pero también porque en estos días se ha iniciado un movimiento de fondo y lento: la aproximación de Ciudadanos y Podemos para corregir la ley electoral, viga maestra del bipartidismo.
En la semana en la que el CIS catapultó a Ciudadanos y rebajó las expectativas del PP y del PSOE, los portavoces de Ciudadanos y de Podemos se entrevistaron en el Congreso para que la distribución de escaños se corresponda más con el resultado electoral. Foto y "sintonía", dijeron tras el encuentro, que ya es decir entre dos partidos que se hablan para poco más. El PSOE recela de los partidos nuevos –o menos viejos– y añade que, en cualquier caso, la reforma habría de hacerse contando con el PP, que no la quiere. Otra vez, nuevo y viejo.
En su primera sesión de control en más de cincuenta días, el presidente del Gobierno trató a la oposición con una mezcla de displicencia y condescendencia. Aconsejó a los otros grupos cómo debían interrogarle e incluso les preguntó si no tenían nada mejor que hacer que presentarse en las Cortes con esas intenciones. Rajoy confía en la resistencia porque el escenario político se ha congelado igual que el meteorológico. De ahí que sonriera entre la nieve que cayó sobre los jardines de la Moncloa. Pero el escenario español, lo mismo que el europeo, registra un movimiento lento que se cuestiona sobre el futuro y la fuerza del bipartidismo. Hay algo que, ligeramente, se mueve. Mientras todo permanece.