Trump siempre asombra

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no pierde ocasión de asombrar y de confirmar las peores expectativas. Ayer se dirigió al país para asegurar a los ciudadanos que se tomarán nuevas medidas federales para intentar impedir masacres en las escuelas, como la ocurrida el miércoles en Florida, y se las arregló para no mencionar siquiera el control de las armas. Trump habló de aumentar la seguridad en los edificios, de amor y de cómo abordar los problemas de salud mental, pero ignoró completamente el único hecho que puede explicar realmente por qué hay tantas matanzas de este tipo en Estados Unidos mientras que son tan infrecuentes en el resto del mundo: el acceso fácil y casi universal a poderosas armas de fuego, como el fusil de asalto con el que Nikolas Cruz asesinó a 17 compañeros.

La verdad es que según los atlas de enfermedades mentales que elaboran organizaciones internacionales, Estados Unidos no están entre los diez primeros países con mayor número de enfermos mentales, de hecho tienen un nivel de discapacidad por enfermedad mental inferior a Finlandia, por ejemplo. Lo que hace la diferencia es que sus enfermos mentales disponen fácilmente de verdaderos arsenales. De hecho, el propio Trump, a poco de llegar a la presidencia, eliminó una orden de su antecesor, Barak Obama, para impedir que personas con antecedentes psiquiátricos pudieran adquirir armas de fuego. Trump ni tan siquiera se preguntó ayer por qué alguien como Cruz no estaba en tratamiento médico.