Iturralde y la influencia del alcohol en el mejor partido de su vida
'Itu' nos cuenta tres anécdotas en las que el whisky y el vodka le jugaron una mala pasada
Los árbitros y el alcohol
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Como cada viernes, Eduardo Iturralde ha pasado por El Larguero para contar alguna de sus anécdotas como colegiado. En este caso, nos ha contado tres situaciones diferentes que relacionan a los árbitros con el alcohol.
La primera de ellas tiene lugar en un Aberdeen - Bayern de Munich: “Tienen por costumbre en ese campo de Escocia que baja el presidente con una botella de whisky, te pone tres vasos y te invita y también al representante de otro club, que en ese caso era Paul Breitner. De allí solo el cuarto árbitro bebía whisky, pero no les ibas a hacer el feo (…) Es muy curioso, porque baja él personalmente y te sirve él, nos explicó que era una costumbre”.
“En otro yo estoy de cuarto en un Escocia - Inglaterra de clasificación para la Eurocopa y era el partido de ida. Acaba el partido, partidazo, y nos llevan a cenar a la que era según ellos la mejor whiskería de toda Escocia. Nos sacan un whisky que no sé lo que valdría, pero de hace muchísimo tiempo. Te servían el whisky cada vez que te terminabas el vaso. Y cada vez que me servían, había una planta y ahí iba el whisky. En una de ellas se me acerca un asistente y me dice ‘si tú no bebes, ¿dónde lo estás echando?’ y le digo ‘¿tú has visto esa planta? Pues mañana va pa’ abajo’. La planta se llevó igual 14 o 15 whiskeys”, asegura Iturralde.
“La última es en Tbilisi, contra un equipo irlandés en una previa de UEFA. Fue antes del partido, vamos a la cena oficial, estaba el alcalde, el presidente, todas las autoridades. Durante la cena, servían vodka y se levantaba uno y hacía un brindis. Se levantaba, te miraba a los ojos y te decía ‘vamos a brindar por las madres que han quedado huérfanas en la guerra’ y, ¿cómo dices tú que no brindas por eso? Le mirabas al delegado de la UEFA, que era juez, nos mirábamos los cuatro -equipo arbitral- y decíamos 'venga pues para dentro', el primero pasa, se te calienta el estómago, la garganta. A los cinco minutos se levanta otro y me dice ‘vamos a brindar por las madres que han perdido a sus maridos’ y así un montón de veces. Al final, me tuvo que llevar un asistente a la habitación, aquello daba vueltas que parecía un barco, todo daba vueltas. Eso sí, al día siguiente creo que fue el mejor partido que hice en mi vida”.