Modernos, pero lamentables

Dice usted modernidad y el imaginario colectivo –la fuerza de las palabras- ve ante sí cómo se abre un mundo de luz y color, donde los angelitos cantan y las nubes se levantan. Pero no siempre es así, y bien lo saben los millones de jóvenes, maduros y ancianos que soportan todos los desafueros que se hacen en nombre de ese nuevo dios. Para bajar un poco los humos a tanto moderno, vemos hoy cómo les crujen las pantorrillas a dos gigantes que hasta ayer mismo parecían intocables: Facebook y Amazon. Del primero, apabullan sus monumentales filtraciones de datos, correspondientes a 50 millones de usuarios, más que habitantes tiene España. El fiasco, involuntario o deliberado, descubre un monstruo de la vanguardia en manos de ineptos o truhanes. Elijan. Mark Zuckerberg, la verdad, ya nos pareció un tipo bastante repelente en el biopic de Aaron Sorkin. Con Amazon pasa otra cosa, y es que los trabajadores de la empresa en España se han cansado de que les exploten, por muy modernamente que lo hagan. Ya ven, con lo serio y modosito que parecía Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, calculen unos cien mil millones de dólares, que un día se levantó comilón y se zampó The Washington Post, y nos ha salido tan rata como el avaro Harpagón. Los hay muy modernos, y sin embargo, bribones.