Cifuentes, vuelta a la realidad

Cifuentes, que tendrá que demostrar lo que a estas alturas parece indemostrable: que obtuvo su master regularmente, sin amaños ni trato de favor. Tras un fin de semana en un parque temático de apoyos y ovaciones, Cifuentes sale de la placenta de la convención del PP en Sevilla y vuelve al exterior, un ecosistema abierto donde le espera una realidad bien distinta: la comisión de investigación de Ciudadanos que tendrá que tragarse como un veneno inevitable, una moción de censura del PSOE, una universidad con sus cargos directivos en desbandada y aplicados al sálvese quien pueda. Un mundo real donde le aguarda también el escrutinio de los medios y de la sociedad en general.

A estas alturas lo fundamental que sabemos es que la presidenta de Madrid no hizo los exámenes, no asistió a clases, sabemos que no puede enseñar el trabajo de fin de master, que el rector admite que no hay evidencias ni de que exista ni de que lo defendiera y además sabemos que dos de las tres firmantes del acta denuncian que su rúbrica fue falsificada. Y también hemos escuchado a Cifuentes reiterar que presentó el trabajo, que no cometió irregularidad alguna y que no piensa dimitir. Así que veremos también cual es el papel de Ciudadanos, que corre el riesgo de desgastarse haga lo que haga pero que de momento la sostiene en la presidencia.

¿ Y el PP? Todo se cierra con las ovaciones en la convención del PP y el respaldo de Rajoy? No. En el PP cohabitan, como siempre en estos casos, el discurso oficial de apoyo y los cálculos internos sobre el relevo. Algunos altos dirigentes populares admiten que esto les recuerda y acabará igual que el caso del ministro Soria, que tuvo que dimitir tras aparecer en los papeles de Panamá y haber dado explicaciones contradictorias. Y esa es la otra derivada de este caso: el futuro del PP en Madrid, donde sufre un desgaste permanente con un ex presidente de la Comunidad que terminó imputado y siete meses en prisión provisional, una presidenta que dimitió y salió por la puerta de atrás y una corrupción galopante. Si perdiera Madrid, el PP perdería la ficha central de su tablero. Cifuentes era la esperanza blanca, pero a día de hoy pelea, a duras penas, por sobrevivir en la vida política.