El revés y el derecho
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Estoy en Buenos Aires, donde ayer llovió más que todo lo que llovió en el Macondo de García Márquez. Aquí se celebra una feria del libro a la que contribuyen todas las instituciones del Estado y de la Ciudad, culturales o políticas, y por eso es capaz de concentrar a escritores de todo el mundo a los que siguen, en medio del ruido del diluvio, miles de personas ávidas de escuchar lo que dice la literatura. Convendría que los que desamparan a las ferias españolas del libro tomaran nota.