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Arctic Monkeys | crítica del disco

El salto al vacío de los Arctic Monkeys

La banda inglesa regresa tras cinco años con Tranquility Base Hotel & Casino el disco más esperado y diferente de su carrera

Los Arctic Monkeys actuarán este verano en el Primavera Sound de Barcelona y en el Mad Cool de Madrid

Alex Turner y Jamie Cook de los Arctic Monkeys durante una actuación en Los Ángeles (California) el pasado 5 de mayo / GETTY IMAGES

Madrid

Cinco años son una vida en el mundo de la música. En ese tiempo desarrollaron toda su obra bandas legendarias como The Doors o la Creedence. Y cinco años son los que han pasado desde la edición de AM, el último trabajo de los Arctic Monkeys hasta este Tranquility Base Hotel & Casino, uno de los álbumes más esperados del 2018.

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Doce años y cinco discos han pasado desde el explosivo debut de la banda inglesa, un álbum fresco, guitarrero y poderoso que puso la música inglesa patas arriba y que convirtió a los chicos de Sheffield en la última esperanza del rock británico, a los únicos capaces de competir en las listas de éxito con el pop y las muchas banalidades caducas que llegan y se van cada año después de conquistar las radios.

En estos doce años, los Arctic Monkeys fueron constantes en sus entregas, cada dos años peregrinaban hasta las tiendas para reclamar su trono y recoger los premios pertinentes. Pero tras el arrollador éxito de AM y su extensísima gira, el grupo pasó a la oscuridad. Tres años han estado sin tocar. “La idea es entrar este año al estudio y sino tenemos un disco para 2018 es que tenemos un problema”, afirmaba en septiembre el bajista Nick O’Malley.

Portada del disco 'Tranquility Base Hotel & Casino'

Portada del disco 'Tranquility Base Hotel & Casino' / Arctic Monkeys

Tranquility Base Hotel & Casino confirma que Arctic Monkeys no tienen ningún problema. Todo lo contrario. La banda inglesa ha firmado su disco más interesante y diferente. Y diferente es la clave de este disco, un álbum en el que las guitarras pierden protagonismo, en el que hay menos locura en la pista de baile y en el que los ecos de David Bowie, muy presentes en el fraseo de Alex Turner, planean por distintas canciones. Las nuevas composiciones de Arctic Monkeys no suenan a chavalería con ganas de bulla, camiseta, pelo alborotado y zapatillas. Lo temas de Tranquility Base Hotel & Casino se visten de traje, con corbata fina, pelo engominado y zancada firme. Las canciones ceden la urgencia por un tono más reposado y ofrecen otras cosas. Cosas quizá más interesantes y que ya se anuncian en las primeras fotografías que están circulando del grupo.

Desde la hipnótica apertura de Start treatment, una de las canciones más elegantes del año, hasta el cierre de The Ultracheese, un tema para escuchar en bucle, el nuevo disco de los ingleses se envuelve de melancolía y cierta sátira, pero el tono y el sonido resultan un acierto. Tranquility Base Hotel & Casino es un disco que no suena a la banda que lo firma, un paso arriesgado en la carrera de los Arctic Monkeys, pero merecedor del mayor de los aplausos. Tras cinco años de silencio la amenaza de escrutinio pesaba sobre el grupo. Cualquier cosa que hicieran podría recibir el aplauso o la crítica por las mismas razones y lo que han hecho resulta un acierto desde la primera escucha en la que ya golpean canciones como Four out of five, una de las joyas del disco, One point perspective o la guitarrera She looks like fun. Los músicos de Sheffield –asentados en EEUU- han dejado atrás la adolescencia y las deportivas y se han vestido de traje para su nueva faena, un álbum que los vuelve a encumbrar como la banda de rock más interesante de este siglo.

 
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