Alice Rohrwacher, la directora que ya suena para la Palma de Oro
La realizadora italiana pisa fuerte con 'Lazzaro felice', una cinta sobre la explotación humana contada con saltos en el tiempo y realismo mágico
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Cannes
En 71 años de historia solo una mujer ha ganado la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, fue Jane Campion en 1993 con El piano. Ahora, 25 años después, en el año de las mujeres, del feminismo y del #MeToo, podría repetirse tal hazaña. Las cifras no son alentadoras y las estadísticas no ayudan. Este año solo hay tres mujeres directoras en sección oficial, frente a 21 hombres. De esas tres, ya estrenado aquí en Cannes dos de ellas, la francesa Eva Husson con Las hijas del sol, con pocas posibilidades de lograr premio, y Alice Rohrwarcher con Lazzaro felice que tiene todo para ganar en el festival.
La directora italiana ya consiguió el Gran Premio del Jurado por El país de las maravillas en 2014. Cuatro años después, en su regreso a la competición tiene muchas bazas para ser la segunda mujer con una Palma de Oro. Su película es una brillante propuesta que homenajea al neorrealismo italiano y le pone a dialogar con el realimso mágico de la litratura latinoamericana, de lo mágico y lo milagroso, de la gente del campo. La cinta tiene referencias desde la Biblía, pasando por De Sica, Fellini o el Buñuel de Los Olvidados. La propuesta formal de la directora se completa con un duro mensaje político hacia el capitalismo de occidente, donde los saltos temporales muestran la explotación laboral desde el régimen feudal hasta la Europa de hoy.
"Es una historia clásica, que nunca acaba. Es la tragedia de un mundo que se transforma, cambia, pero al tiempo siempre permanece idéntico. El ser humano condenado a explotar al otro, a repetir los mismos errores, pero queríamos contar esta historia de manera ligera, desde la inocencia. La bondad que cíclicamente muere y vuelve. En este sentido, el personaje principal no puede ser indemne al tiempo, pasa a través de él", decía la directora en la rueda de prensa del festival, la más aplaudida hasta el momento, junto a Godard y su intervención por FaceTime.
Lo que viene a decirnos la película es que la historia se repite y los débiles serán siempre explotados por los fuertes. Es como si Rohrwarcher hubiera cogido a Karl Marx y lo hubiera impregnado de poesía, de sensibilidad, de humanidad, pero aporta un mensaje nuevo, que la inocencia es lo único que puede salvarnos. Todo ello a través de un personaje, el del joven y pobre Lazzaro, interpretado por Adriano Tardiolo, un campesino tan bueno y tan soso del que todos, hasta los suyos, se aprovechan.
La historia comienza en una aldea que ha permanecido lejos de los avances del mundo, controlada por una marquesa y su cacique y donde todo y todos son propiedad de ella. La marquesa es Nicoletta Braschi, la protagonista de La vida es bella. También participan de esta familia italiana, la hermana de la directora, la actriz Alba Rohrwacher y el catalán Sergi López.
Lazzaro felice es crítica humanista al capitalismo, como destacaba Sergi López: "Esta película tiene un guion brutal que cuenta el mundo de hoy. Es atemporal, pero habla de este mundo que se está acabando, de donde venimos, de esa edad media explotadora a un capitalismo más trágico, más cruel con la inocencia, con la fragilidad, con los débiles. Una película que poéticamente habla del poder, de cómo se ejerce. La inocencia es la capacidad de no morir, como Lazzaro, de resucitar siempre".
Los campesinos explotados por la marquesa, por el cacique local, pasan a ser los obreros sin trabajo, ni casa, los inmigrantes y refugiados que llegan al sur de Europa y son engañados. Pero también los ciudadanos de clase media, la pequeña burguesía en paro y desahuciada por los bancos, el súmmun de la gran estafa, como dice el protagonista. El de la explotación es un círculo que no cesa y que se basa en el miedo. "El extranjero provoca una reacción de miedo, eso lo vemos en el personaje principal", ahondaba la directora.
La cinta se divide en dos partes, la parte rural y la parte urbana, con un trabajo de la fotografía diferente para cada una de ellas, como explica Rohrwacher: "Queríamos una ciudad asolada y un campo fuera del concepto del paisaje bucólico. Era muy difícil no caer en el estereotipo, pero la película es muy real al final. Y acabar con una nota de esperanza, con la imagen del lobo recorriendo la ciudad. El lobo como algo de lo que siempre tenemos miedo".
Lazzaro felice tiene también referencias religiosas, hay milagros, hay fantasmas, hay santos: "Es una religión de la prehistoria, no entra en ninguna, hay referencias al catolicismo, pero la película es ante todo, espiritual en el sentido de lo humano", reconocía la directora. "El título, Lazzaro felice, era para caracterizar al personaje como un modo de estar en el mundo. La felicidad del protagonista es la de ver a los otros felices, eso es lo que hace su vida milagrosa", explicaba la directora.
Un santo laico, el santo del trabajo, decía un crítico italiano, este Lazzaro que compone la cinta italiana, y con el que podría estar de acuerdo hasta el Papa Francisco, otro de los protagonistas del Festival de Cannes. El papa no ha pasado por la alfombra roja, pero sí lo ha hecho Wim Wenders que estrena documental sobre el líder de la Iglesia Católica. Una cinta cercana a la propaganda y pagada por el protagonista, el jefe de estado del Vaticano.