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La legislatura zombie

Aguante o caiga el presidente del Gobierno, la legislatura que iba a sacar a España de la parálisis está ya muerta. En realidad, nunca empezó

Imagen de Mariano Rajoy durante una conferencia de prensa con Donald TrumpGetty Images

Madrid

Acaba de inaugurarse la Feria del Libro de Madrid y Mariano Rajoy ya se ha leído Pedro Páramo: habita una legislatura muerta que, en realidad, no nació nunca. Después de un año fracasado y sin gobierno, después de que se repitieran las elecciones, PP y Ciudadanos se dieron prisa por que hubiera Gobierno. Era 2016: Rajoy resultó investido. Este iba a ser el mandato más productivo de la democracia, porque estaban todos obligados al acuerdo. Se gobernaría incluso desde el Congreso y la oposición reformaría las leyes más polémicas que había aprobado el PP de la mayoría absoluta. Eso dijeron.

La verdad era otra. La legislatura era el mismo páramo que Comala y, desde el principio, todo estaba por morirse. Ciudadanos llegó a un acuerdo de investidura con el PP y, al poco, Ciudadanos denunciaba cómo el PP les ignoraba. El PP no es de fiar, protestaban en Ciudadanos mientras le votaban las cuentas públicas o le sostenían en la Comunidad de Madrid. No ha habido apenas acuerdos entre las principales fuerzas al margen de los presupuestos para subsistir. Con los últimos, de hecho, en la Moncloa ya pensaban aguantar hasta 2020. No hay proyectos legislativos que quieran darle forma al país y, más aún, el Congreso se utiliza para bloquear avances hacia alguna parte. El único sentido político de la legislatura fue el 155 para frenar el asalto independentista a la legalidad.

Así que cuando apareció la sentencia del caso Gürtel y el país entero se enfrentó a la indignidad, cuando PSOE y Podemos apuntaron hacia la moción de censura y Ciudadanos a la dimisión del presidente al que ellos mismos votaron, la legislatura constató que estaba muerta a pesar de que, en realidad, no había llegado a nacer.

El PP ha corrido a poner el foco en la moción de censura para que el debate no se lleve a lo evidente, o sea la sentencia, la caja B, la falta de credibilidad que dan los jueces al presidente del Gobierno. El PP habla de los intereses de Pedro Sánchez por “asaltar el poder” y avisa de las consecuencias de que se debata la moción de censura. España recupera las frases que remiten a 2016. El Gobierno vuelve sobre sus propios argumentos: para Rajoy, la estabilidad es Rajoy, para el que la sentencia de Gurtel no es nada y permite que todo siga como hasta ahora. Rajoy evita enfrentarse a la constatación de que, prospere o no la moción de censura, aguante o no en la presidencia, no habría nada que hacer en lo que quedara de legislatura. No podría pactar con nadie.

Todas las emociones de la política se vieron en esta misma semana. Desde la detención de Eduardo Zaplana y su encarcelamiento a la aprobación de los presupuestos del PP gracias a Ciudadanos y al PNV, a pesar de que se mantenga en vigor el 155 en Cataluña. Hubo vítores entre los diputados del PP y el presidente pronunció esa misma tarde su frase favorita: “A la gente le gusta votar cada cuatro años”. La alegría le duró a Rajoy lo que tardó la Audiencia Nacional en notificar la sentencia de Gurtel. Y entonces, la legislatura muerta se murió.

 
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