Silencios y sospechas

Madrid

No le deseo mal a nadie, nunca me alegro de las desgracias ajenas y tampoco soy un especialista en meter el dedo en el ojo de los demás; entre otras cosas porque ser rencoroso resulta muy cansado y bastante inútil, la verdad. Pero eso no significa que no puedas decir las cosas, o contarlas tal como la ves. Y es lo que voy a hacer a continuación.

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No puedo evitar que en todo el caso Urdangarín convivan dos sensaciones, o dos sentimientos: Uno, de satisfacción, -lo dije ya el otro día- al comprobar que comportamientos a todas luces sospechosos –y que después se descubren delictivos- no quedan impunes. Creo además que esa satisfacción la siente mucha gente en España.

Pero luego aparece otro sentimiento, inevitable, que me dice que la justicia igual, exactamente igual, para todos tampoco parece. Ya ha habido cosas durante todo el proceso, pero ahora el ingreso del cuñado del Rey en la cárcel de Brieva, en un módulo acondicionado a toda prisa donde de momento se encuentra él solo… Pues hombre, eso no está al alcance de muchos reclusos.

Y a todo esto, el Rey callado, de viaje. Aseguran en la Casa Real que es que ya dan el tema por amortizado. Bueno, es una manera de verlo. Pero yo sigo pensando que hay silencios atronadores. Y este, sin duda, lo es.