La batalla de la verdad
Sólo se me ocurre apelar al esfuerzo individual, a un cierto coraje cívico para no dejarse arrastrar
La batalla de la verdad
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Madrid
No sé si somos conscientes del terremoto constante que provocan en las redes sociales las noticias falsas, las famosas “fake news”, y lo indefensos que estamos.
En apenas 24 horas han sido virales: Una entrevista con Pedro Sánchez, donde parece que el presidente se haya fumado de todo; y donde casualmente habla de drogas. Otro video en el que da la impresión que Celia Villalobos critique a la víctima de “La Manada”, a la pobre chica que violaron, cuando en realidad hacía todo lo contrario: la defendía a saco. Y por último, la muerte, supuesta muerte, de Jordi González que, gracias a dios, sigue vivito y coleando.
Pregunto: ¿Dónde nos coloca este tsunami de mentiras? Dónde nos coloca y cómo nos deja a todos, porque este es un bombardeo por tierra, mar y aire en el que ya no se trata sólo de aclarar si tal o cual proceso político ha sido contaminado por bots, por cuentas falsas, que si Rusia por aquí, que si Rusia por allá.
No, yo creo que ya, directamente, está en juego si estamos capacitados para distinguir lo real de lo irreal. Porque si es cierto que en apenas tres, cuatro años –como auguran algunos estudios- ya estarán circulando más noticias falsas que verdaderas, pues ya me contarán ustedes cómo lo hacemos.
Sólo se me ocurre apelar al esfuerzo individual, a un cierto coraje cívico para no dejarse arrastrar. Eso por un lado; y por otro, apelar al periodismo. Porque hoy más que nunca, esta dificultad –que es enorme, gigantesca- supone también una oportunidad para nuestro oficio. Si somos capaces de emitir señales propias, reconocibles, códigos de credibilidad en mitad de tanta maraña, entonces tendremos futuro. Pero si no, cada vez seremos más irrelevantes. Y los ciudadanos que hoy nos leen, nos ven o nos escuchan, estarán más indefensos.
Yo no quiero ese futuro, la verdad. Pero creo que en esa batalla deberíamos estar todos, no sólo los periodistas.