No debería sorprender demasiado
Josep Ramoneda analiza la decisión de la justicia alemana que rechaza la rebelión y acepta la entrega de Puigdemont a España solo por malversación
No debería sorprender demasiado
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Barcelona
La justicia alemana rechaza la rebelión y acepta la entrega de Puigdemont a España solo por malversación. Un sector de la derecha lo vive como una deslealtad, el independentismo proclama el fin de “los engaños y mentiras” de la instrucción judicial. Sin embargo, la decisión alemana es astuta: el argumento de los jueces que no aprecian en las actuaciones de los independentistas “la magnitud de la violencia necesaria” para hablar de rebelión no debería sorprender demasiado. Hay mucha gente, no solo en el independentismo, que comparte esta idea. Y el delito de malversación tiene la ventaja de ser muy objetivable: o aparecen las facturas o no hay caso. El regreso del expresidente va para largo. La justicia alemana puede perfectamente resolver los recursos de Puigdemont cuando los que están en prisión estén ya juzgados. De momento, seguirá libre en Alemania.
¿Retirar la euroorden? No es muy elegante aceptar las reglas del juego de un partido y si te meten un gol, coger la pelota y marcharte a casa. Al acudir a la euroorden se supone que el juez Llarena asumía las condiciones del procedimiento. Si el resultado no es el que él esperaba, no le queda otro remedio que aceptarlo deportivamente. ¿O no es este el principio elemental de respeto que rige los acuerdos internacionales? Pero Llarena vive las resoluciones de los jueces extranjeros como una afrenta. Y se nota.
Las reacciones políticas van en función del posicionamiento de cada cual en el proceso de distensión iniciado desde el cambio de gobierno. Pero, ¿qué pasaría si al final algunos independentistas fueran condenados con penas superiores a las de quien era su jefe, que optó por la huida? Con el tiempo y con mayor sosiego quizás la decisión alemana pueda contribuir a que la vía judicial acabe en la franja baja de las penas potenciales y, así, poco a poco, se vaya consolidando la vía política como el espacio natural del que nunca tenía que haber salido el conflicto.