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Coches eléctricos

El inconveniente de los coches eléctricos como alternativa sostenible

La falta de infraestructura en las carreteras españolas es el principal elemento en contra de los vehículos eléctricos: apenas hay 200 puntos para cargar sus baterías

EUROPA PRESS - Archivo EUROPA PRESS

Madrid

Rudolf Halbmeir, encerrado en su laboratorio, se hizo pianista de coches. Un órgano sobre la mesa para encontrar la nota y un acelerador para que todo tomara armonía. Eran los primeros experimentos. Tiempo después un Nissan de morro alargado empezó a ensayar su canto destinado a los peatones. Un futuro musical y eléctrico llamando a la puerta, donde los músicos como Halbmeir reciben el encargo de componer el sonido de un motor eléctrico para Audi. A partir de 2019 todos los coches eléctricos deberán incorporar alguno cuando circulen a baja velocidad y eso ha abierto el motor a la composición. Pero donde desafina la partitura eléctrica es en la infraestructura de carga.

"Por desgracia la red de carga en España no es como en otros países y cuando viajas hay que tenerlo previsto (para repostar). Además hay que tener un plan A, B y C por si no funciona o está ocupada", dice Fernando Pina, usuario de coche eléctrico y miembro de la Asociación de Usuarios de Vehículos eléctricos, de la que es delegado en Madrid. Fernando defiende fervientemente el modelo eléctrico para el desplazamiento por ciudad e incluso más; pero se dificultan algo cuando uno sale de ella.

Si usted sale hacia su segunda residencia hipotética o a visitar a la familia hipotética y tiene por delante unos hipotéticos 600 kilómetros o algo más deberán contar con la necesidad de recargar. Con un coche eléctrico último modelo cubrirá algo más de la mitad del trayecto antes de tener que detenerse. Las baterías de segunda generación mantienen hoy una autonomía algo por encima de los 300 kilómetros.

"En trayectos de 500 kilómetros, una parada de media hora es lo que yo ya hacía con el coche de gasolina" explica Fernando, pero en España hay actualmente solo unos 200 puntos de carga pública rápida. En ellos, un vehículo último modelo tardaría en cargarse unos 20 minutos, aunque debería repostar dos veces antes de llegar al destino hipotético de más allá de 600 kilómetros. Si su coche es más antiguo tardará en cargar unos 45 minutos.

Las empresas del sector piden mejorar la infraestructura para atender una realidad que ya han interiorizado. "Nosotros creemos que la movilidad va hacia el vehículo eléctrico conectado, compartido y autónomo. Los fabricantes se están adaptando a esa realidad. Quien lo no haga, quedará atrás, afirma Arturo Pérez de Lucia, gerente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo del Eléctrico.

Según cálculos de los técnicos del Ministerio de Industria, un híbrido enchufable emitirá menos de 40 gramos de dióxido de carbono por kilómetro. Muy lejos de la frontera de 120 gramos a partir de la cual la normativa exige tributar más. Un eléctrico puro, claro, no emite ningún rastro de dióxido de carbono.

Los expertos insisten no solo en su carácter ecológico sino en su eficiencia. Se estropean menos y resultan más baratos. "Yo tengo un coche de 170 caballos, con el que hago unos 50 kilómetros de media al día y recargarlo cada mes me cuesta 23 euros", afirma Arturo.

EL Plan de Movilidad Alternativa impulsado este año prevé multiplicar por 3 los puntos de carga en los próximos meses, pero el sector y los usuarios piden algo más: un plan de ayudas coordinado y más ambicioso que permita al canto eléctrico llevarnos a todas partes.

 
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