Política de robo de balón y contraataque
Josep Ramoneda analiza la propuesta de reforma de Constitución de Pedro Sánchez, la decisión belga de no extraditar a Valtònyc y la polémica frase de Emmanuel Macron
Política de robo de balón y contraataque
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Barcelona
Política de robo de balón y contraataque. Después de una semana de agobios varios, el Presidente responde al fallido desafío de Ciudadanos con su tesis, proponiendo una reforma urgente de la Constitución para eliminar aforamientos en 60 días. Y lo presenta como un reto: que los ciudadanos vuelvan a creer en la política. Se aprecia la dimensión táctica del asunto: Sánchez busca comprometer a Ciudadanos, sembrar la inquietud en Pablo Casado e incomodar al PP. Pero, ¿es este el momento de abrir el debate sobre la Constitución? ¿Cuándo se habla de su reforma en el contexto del conflicto catalán? ¿No es una cierta frivolidad salir ahora con una reforma de detalle, por importante que sea éste? La confianza se gana atendiendo a los ciudadanos, solucionando problemas y regenerando a fondo la vida política, la pequeña cosmética ya no basta.
Y en este sentido, tan urgente o más debería ser acabar con las leyes restrictivas de la libertad de expresión que están vigentes y que han chocado una vez más con Europa. Otra vez Bélgica rechaza una extradición. Ahora por la condena del rapero Valtònyc. Y antes de que lo diga el Tribunal de Estrasburgo sería bueno abolir abusos como la ley mordaza que nos pone en primera línea del autoritarismo rampante.
Dice el Presidente Sánchez que los más ricos no pagan impuestos. Y para compensarlo, en vez de buscar la manera de hacerles pagar, propone subir el tramo alto del IRPF. Es decir, que los que tienen salarios y remuneraciones altas paguen por los más ricos. Más que una reforma fiscal es una declaración de impotencia: se siente incapaz de hacer pagar a la cúspide de la pirámide del dinero y busca recaudar en el segundo nivel. Más claro el agua.
“Cruza la calle y te encuentro uno”. La frase del presidente Macron a un agricultor en paro, invitándole a buscar empleo dónde lo hay, por ejemplo, en la hostelería a dos pasos del palacio presidencial confirma unos modales que vienen deteriorando seriamente la imagen del presidente francés. El sociólogo Nicolas Duvoix lo ha resumido así en le Monde: “En Macron se reencuentra la tendencia a pedir mucho a aquellos que tienen poco”.