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Bendita elasticidad

Nunca valoramos la importancia de trabajar nuesta flexibilidad hasta que vemos su valor en la cama

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Madrid

No seré yo la que maldiga mis aficiones deportivas, ese regusto mío por aprender todo lo que pueda reportarme alegrías. Sin grandes estridencias y no con toda la constancia, pero con la suficiente frecuencia como para haber domado la mayoría de mis músculos, la totalidad de mis extremidades. Compensando eso que dicen de que soy un aparato, convirtiéndome en una compañera apropiada para que intentemos virguerías enta noche en mi cama. Años de ballet siendo niña. Para equilibrar la compostura, para andar siempre recta. Para guardar el equilibrio incluso cuando me dé vértigo de la emoción. Ballet, yoga, capoeira y pilates para hacer elásticas mis patas largas, para poder anudarlas con lazo al cuello de mis amantes.

Me vino bien ejercitarme. Me gustó aprender a colocarme. Saber que no se esperarán que pueda subir ambas piernas por encima de sus cabezas para que quien sea me agarre de los tobillos a esa altura y proceda. Ejecución del baile perfecto de dos amantes encajádose. Buscando el uno dentro del otro, los roces que más gustan, las sensaciones que se buscan. Poder hincar ambas rodillas en el colchón, arqueando la espalda, sacándo culo. Amoldarme para que entres y que no encuentres la salida. Doblar una rodilla, pasar la pierna por delante, apoyar todo el peso sobre mi cadera,dejándote hueco. Abriéndome para disfrutar de ti.

Qué bien me vino querer ser elástica para sacarle esta rentabilidad a mi propia cama.

Bendita elasticidad
 
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