Seguro que Ítaca no era esto
Desde el 1 de octubre solo hemos conseguido enervar a la cúpula de poder judicial, imputaciones delictivas forzadas, prisiones preventivas exageradas, políticos huídos, una comunidad paralizada y una sociedad partida en dos
Seguro que Ítaca no era esto
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Este último año en Catalunya hemos vivido en constante abdicación del Derecho, y todo al amparo de un supuesto mandato popular derivado del 1 de octubre de 2017. Sin embargo, ningún parámetro democrático permite afirmar que hace un año se generará tal mandato; es cierto que se produjo una gran movilización de una parte de la ciudadanía catalana pero no fue ni una consulta ni un referéndum. Fue, eso sí, la penúltima manifestación de la unilateralidad a la que se lanzaron las instituciones catalanas, arrastrándonos a todos detrás.
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Desde entonces solo hemos conseguido enervar a la cúpula de poder judicial, imputaciones delictivas forzadas, prisiones preventivas exageradas, políticos huídos, una comunidad paralizada y una sociedad partida en dos: los que creen en la unilateralidad y los que no. Y lo peor es que la política sigue sin hacer su función: la oposición de la derecha en Madrid sigue empecinada en aplicar la coerción. Y en Catalunya tenemos un Govern y un Parlament incapaces de romper con una hoja de ruta que hace aguas por todas partes. Seguro que Ítaca no era esto.