Díscolo e incumplidor, no puede ser
Cuidado con el terremoto que viene de Italia. Oigan el rugido del Eurogrupo, que la abronca sin figurar su caso en el orden del día
Díscolo e incumplidor, no puede ser
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Barcelona
Cuidado con el terremoto que viene de Italia. Oigan el rugido del Eurogrupo, que la abronca sin figurar su caso en el orden del día.
Europa admite díscolos y discrepantes. Y hasta es paciente con los incumplidores de buena fe: nunca los ha sancionado por incumplir los criterios de convergencia. Es incluso tolerante con el socio que le discute algunas décimas.
Pero ejercer de pepito grillo; o sea, formular enmiendas a la totalidad sin haber hecho los deberes, es una receta imposible. Ser díscolo e incumplidor es el camino seguro al fracaso.
Lo comprobó Grecia en aquel referéndum de Alexis Tsipras, luego reconvertido en prudente socialdemócrata y mejor alumno. Y hasta Silvio Berlusconi, cuando se reía zafiamente de Angela Merkel, en tiempos de Sarkozy. Duró minutos.
La Italia populista no discute algunas décimas. Reclama un 300% de aumento del déficit sobre el comprometido por el Gobierno anterior. Era de un 0,8% del PIB. El de hoy pretende un 2,4%. Es una enmienda a la totalidad. Un desafío no ya a la austeridad, que no está en boga. Sino a la mínima seriedad presupuestaria.
Con esta maniobra, Roma se amenaza a sí misma. Desata todos los temores a su frivolidad. Al peligro de su deuda excesiva, sobre todo si cuando suban los tipos de interés no puede pagar su factura. O a la bomba de relojería de su banca, repleta de créditos dudosos que no se pueden devolver.
¿Quién llegará antes? ¿Romperá Italia la Unión? ¿O los mercados quebrarán el espinazo del populismo? Se admiten apuestas.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...