Patriotas
Pablo Casado, lanzado a tumba abierta en una carrera tan enloquecida que ya no sabe ni con quien compite, exige a Ciudadanos una moción de censura en Cataluña, aprovechando que los independentistas se han quedado en minoría, y nadie parece alarmarse
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Esta semana hemos padecido un aluvión de noticias pintorescas como mínimo. Un exsecretario general de un partido político imputado por corrupción declara en el Congreso que sus tesoreros han sido irreprochables y sólo se habla de que Rufián le guiñó el ojo a otra diputada. El presidente del gobierno se niega a ir al Senado a hablar de su tesis doctoral y le acusan de rebelión. Vox celebra un acto para difundir un programa desde luego vomitivo, pero de náuseas castizas, en absoluto sorprendentes, y suenan las alarmas por doquier. Yo prefiero detenerme en una noticia que ha llamado menos la atención. Pablo Casado, lanzado a tumba abierta en una carrera tan enloquecida que ya no sabe ni con quien compite, exige a Ciudadanos una moción de censura en Cataluña, aprovechando que los independentistas se han quedado en minoría, y nadie parece alarmarse. ¿Ustedes se imaginan lo que significaría esa moción? ¿Calculan la cantidad de oxígeno que insuflaría en los pulmones independentistas, los minutos que tardaría en recomponer los lazos que se han roto? No me puedo creer que Casado no haya pensado en esto. Concluyo por tanto que ha optado por la estrategia que en su día compartieron Rajoy y Puigdemont, porque al cabo, los nombres de los territorios son intercambiables. Cuanto más se pudra el conflicto catalán, más fácil será echar a Sánchez de la Moncloa. Es una nueva definición de un lema clásico, cuanto peor para todos, mejor para mí. Y por lo visto, Rivera se lo está pensando. Así de patriotas son estos muchachos.