Le llaman LSD

Madrid

A los 19 años yo estaba empezando la carrera de periodismo. A esa edad en la que la mayoría estamos perfilando lo que puede ser nuestra vida Luka Doncic ya sabe que va a ser de la suya: va a triunfar en la NBA.

Es verdad que en el deporte son miles los factores que pueden torcer planes y no hay la seguridad absoluta de nada, pero sus comienzos en la liga americana ya dan que pensar. El esloveno ha deslumbrado en los partidos que ha jugado, su técnico lo pone de cuatro (posición que solo rozaba de lejos en el Madrid) pero a Doncic le da igual. Su ambición y su calidad amenazan con torcer todos los límites.

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La primera temporada NBA no es para nadie un camino de rosas. El pretender crecerse en algún partido lo puede pagar caro y más cuando jugando de cuatro le pongan un armario ropero en la defensa, pero Doncic es tan versátil que sacará a su marcador al triple y ahí también puede hacerle un traje.

Ahora la NBA, muy dada a estas cosas, le busca comparación. Después de haber hecho una actuación con unos números que antes solo hizo LeBron se habla de si el niño (que con esa edad lo es) se parece a Kukoc, recuerda a Petrovic o tiene cosas de Ben Simmons. O incluso del propio LeBron James.

Seguramente sea un poco como todos, pero lo que yo sé de lo que le conozco es que no quiere ser como ninguno. Él no quiere tener cosas de nadie, sino que los demás en el futuro puedan tener cosas de él. Lo que él tiene ya es un mote. Le llaman LSD. Luca Superman Doncic. Y sin querer fomentar enganches hay una cosa cierta: Luca es adictivo y la NBA ya ha descubierto lo que lleva su consumo: una dosis amplia de espectáculo.