Faltan líderes y sobran charlatanes

Madrid

El voto caníbal se extiende de forma preocupante. Sociedades que convierten una expresión democrática esencial, la del voto, en una amenaza para la propia democracia. Bolsonaro lo es, lo son todos los que como él apuntalan su liderazgo, construyen su programa prometiendo podar derechos y libertades que son parte del andamiaje democrático básico. Qué nos pasa, que les pasa a esas sociedades que demuestran tan escaso sentido crítico, una raquítica capacidad de análisis que les permitiría impermeabilizarse ante la mentira, ante el populismo descarnado, la manipulación sentimental y el radicalismo excluyente. Donde están los reparos morales, los escrúpulos éticos de las sociedades libres e informadas. Quizá este sea uno de los males de este tiempo, la receptividad de una parte de la población a la ideología de la visceralidad: en Brasil, en Estados Unidos, en Hungría, en Polonia, en Alemania...

Por cierto, ahora que se va Angela Merkel qué hacemos: ¿Le damos las gracias por irse o por haber estado? Cuando en 2021 la canciller alemana abandone la política, su figura se proyectará de forma justificada sobre una de las etapas más convulsas y comprometidas de la historia europea reciente. Merkel quiso ser cemento para la Unión, impuso la austeridad teocrática a los países del sur, demostró su lado más humanitario en la gestión de la llegada de millones de refugiados y pagó el precio. Su partido retrocede, la extrema derecha avanza, su capacidad de liderazgo merma, su imagen empieza a proyectarse distorsionada.

Anda flaca de liderazgos esta Europa. Con Merkel amortizada, Theresa May en una posición de preocupante debilidad, Macron convertido en una gran decepción, Salvini como el rostro visible de la política italiana, el húngaro y excesivo Orban en permanente actitud desafiante, Sánchez como inquilino inestable de la Moncloa... a este mundo le faltan líderes y le sobran charlatanes.