¿Reconocimiento con retraso?
Durante décadas o no se enteró de lo que pasaba dentro de sus muros o supo pero miró hacia otro lado

Madrid
El presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, ha dicho hoy que "la Iglesia reconoce abiertamente los abusos de diversa índole y tiene la firme decisión de erradicarlos". Al optimista le reconfortará una proclamación así. El pesimista mirará el calendario y observará que estamos acabando el año 2018 después de Cristo. Porque este reconocimiento no sólo explicita una culpa presente. Deja patente también que durante décadas o no se enteró de lo que pasaba dentro de sus muros, algo impropio en una institución tan eficaz en el control moral de propios y extraños, o supo pero miró hacia otro lado, como reconoció el tribunal eclesiástico de Mallorca en una sentencia de 2013 sobre un caso grave de abusos a menores que hoy publica El País.
Parece evidente que la confesión llega con retraso. Que en este tiempo ha habido ignorancia cómplice, ocultamiento y maniobras para lavar los trapos sucios dentro de casa, eludiendo la justicia civil. Todavía hace una semana, el portavoz de la Conferencia Episcopal denunció una especie de “inquisición laica” y dijo que en los abusos a menores, hay que "poner el foco en toda la sociedad". La cuestión es que la sociedad lleva años haciendo su trabajo. Ahora sólo falta que la Iglesia remate el suyo poniendo a los delincuentes ante los tribunales y resarciendo a las víctimas a quienes debió proteger.




