El reflejo de la realidad sobre el papel
El profesor José Luis Corrales nos conduce esta semana hacia un nuevo ejercicio creativo en torno a la reflexión, presentando el concepto de la representación
Madrid
Nos sumergimos, de nuevo, en el mundo de la escritura de mano del profesor y director adjunto de la Escuela Contemporánea de Humanidades, José Luis Corrales. A lo largo del taller de escritura nos hemos estado fijando en los detalles y en esta lección nos aproximamos a un nueva idea, la de la representación. "El concepto que tienen todos los artistas", asegura José Luis a Macarena Berlín.
"No hay que contar nada que desvíe la atención de lo fundamental"
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La mejor manera de poder comprender la representación es visualizándola con un ejemplo. En el campo de la pintura, La Gioconda de Leonardo Davinci no es una mujer, es un cuadro. Se trata de unos trazos de DaVinci que sugieren una mujer, como comenta Corrales.
En la escritura sucede igual. No deja de ser otro arte en el que la representación juega un papel importante. Para escribir necesitamos palabras, como comentamos en clases anteriores. Así, "nuestro lenguaje tiene que reflejar la realidad de lo que estamos contado". ¿De qué manera podemos conseguir una fiel representación de nuestra historia? Usando los recursos del lenguaje, responde el profesor. Advierte el docente que la representación no se ha de confundir con el estilo. "Se trata de un concepto anterior", recalca José Luis. "El lenguaje tiene que acomodarse para reflejar esa realidad de la que va hablar".
Comenta José Luis que la 'mirada lenta' que se ha tratado en clases anteriores, enlaza con el concepto de la representación. "Hay que fijarse muy bien en cómo son las cosas y qué queremos transmitir para analizar qué recursos hay en el lenguaje para poder construir nuestra historia".
Si nuestro personaje está soñando, lo primero que se ha de tener en cuenta es que el sueño es diferente a la vigilia y que tiene que parece totalmente real para nuestro lector. Si estamos tratando una experiencia intensa y concentrada no podemos relatar "insustancialidades propias de la vida cotidiana, silencios o lapsos en los que no pasa nada". La razón de esto es simple, en los sueños todo pasa de manera muy concentrada. "No hay que contar nada que desvíe la atención de lo fundamental".
Retomamos la clase anterior recordando la importante presencia del narrador. Se ha de analizar nuestro relato teniendo en cuenta quien nos cuenta la historia. El sueño entra dentro del territorio del yo, por lo tanto, se ha de emplear una narración en primera persona que ofrezca al lector la sensación de inmediatez y cercanía.
Y por último, ¿qué lenguaje usamos? "No podemos hacer poesía de nuestro sueño, hay que ir a lo esencial y no puede haber grandes contenidos lingüísticos". Todo depende aquella realidad que estemos trasladando a nuestro público. Este ejemplo del sueño que explica el profesor, es aplicable a cualquier otro sentimiento o afecto que se quiera transmitir.
Hay novelas o escritos que no funcionan. Cuentan historias pero no con el lenguaje necesario para transmitir lo que en principio se quiere. Sin embargo, hay historias que no tienen una gran trama, pero la manera en la que están escritas capta la atención del lector desde el primer momento. Historias sin épica pero con la suficiente fuerza y atrape. Es aquí donde reside la importancia de la idea de la representación.