Sánchez ante la deriva patriótica de la derecha
Josep Ramoneda analiza las intenciones del presidente Sánchez ante los últimos deslices de Torra y la presión de la derecha para aplicar el 155, la elección del periodista saudí Kashogui como personaje más importante del año por la revista Time y el discurso de Macron
Sánchez ante la deriva patriótica de la derecha
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Barcelona
Que el presidente Sánchez no se deje arrastrar por la subasta patriótica que vive la derecha. Iglesias pide calma frente a Vox, PP y Ciudadanos y tiene razón. El gobierno debe mantenerse en la apuesta por la distensión y más cuando se acerca un proceso judicial que dará mucho que hablar. Y, sin embargo, ha aprovechado los últimos deslices de Torra y la pasividad de los mossos en los cortes de tráfico para exhibir músculo policial y jurídico. Y recuperar la cantinela del artículo 155. ¿A quién quieren dar gusto? Olvídense de los cantos de sirena de la derecha y saquen provecho de las contradicciones internas del independentismo, que son muchas y pueden estallar en cualquier momento. Tanto es así, que la ocurrencia de Torra sobre la vía eslovena ha sido desmontada en veinticuatro horas por sus propios compañeros de viaje.
Kashogui y el periodismo en la portada del Time. Es un símbolo del desconcierto actual. La impunidad de determinados poderes, los nuevos equilibrios mundiales, el eclipse de los derechos humanos, la precariedad de la democracia y el insoportable hedor de la razón de Estado. Y el príncipe Salman sigue allí, tan pancho.
En España, desde 1941 no habían nacido tan pocos niños como en el primer semestre de este año, ¿signo de acomodo o de falta de expectativas de futuro? Probablemente las dos cosas, es decir, decadencia.
Las cuatro fases del discurso de Macron, ante la revuelta de los chalecos amarillos. Primera, reconocimiento de un malestar fundado. Segunda: confesión de errores, con promesa de que no volverá a ocurrir. Tercera: señuelos para calmar la indignación: un aumento del salario mínimo y unas compensaciones fiscales. Cuarta: la ira como oportunidad, Macron convoca al país a una especie de estados generales para renovar el proyecto colectivo. En tiempos de descrédito de las élites políticas, ¿será suficiente para rebajar la tensión? ¿Se sentirán reconocidos los ciudadanos? De momento, en los medios predomina el escepticismo. También Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy entonaron en su día el “yo he cambiado” y no cambió nada.