"La narrativa del sufrimiento está latiendo dentro de la mente y del cuerpo para poder ser expresada"
El escritor cree en los encuentros restaurativos para acabar con el odio. Con su libro, tiende la mano a los presos para que conozcan sus derechos dentro de prisión
Madrid
Hay historias que reconcilian y reconfortan. Julián Ríos es mediador, docente y escritor. También acoge en su casa a personas sin oportunidades. Entre sus publicaciones se encuentra un manual de ejecución penitenciaria titulado Defenderse de la cárceles. Este trabajo va por su novena edición y es el sexto libro más leído en los centros penitenciarios españoles. "La cárcel está muy banalizada", le cuenta Ríos a Macarena Berlín en su entrevista.
"El libro actúa como un mapa, guiando a los presos"
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Defenderse de las cárceles es tan demandando como la última novela de Ken Follet. Se trata de 600 preguntas, más de 100 formularios y pistas sobre cómo ampararse ante la privación de libertad. Cuenta el escritor de la obra que se piensa que los presos no deberían tener muchos derechos pero "la experiencia de entrar en la cárcel es un hecho muy traumático".
El libro es una guia para reclusos y familias. "Una vez dentro, las personas necesitan defender y conocer sus derechos". Relata el autor que es importante saber cómo funciona una prisión, los derechos que se tienen y cómo reclamarlos. El motivo principal que argumenta Ríos es una cuestión de respeto mutuo, ya que "si el derecho o las normas a mí dentro no se me respetan, difícilmente voy a poder luego poder respetar las normas de convivencia social".
Comenta Ríos que los presos no tienen muchos instrumentos a los que acudir y este libro ayuda. El universo penitencial resulta ajeno para la población en general y con este manual se busca situar a quienes a lo necesiten. Desde hace 20 años, "el libro actúa como un mapa, guiando a los presos".
Julián Ríos imparte docencia en la Universidad Comillas en ICADE, es abogado y mediador penal. Aparte, lleva años carteándose con presos de toda España. "Me cuentan sus historias y su situación jurídica, aunque muchas veces las cosas que se plantean tienen difícil solución". Reconoce Ríos que al final, "cada carta es un mundo". Confiesa que las guarda, y algunas con especial cariño por el contenido o la relación que mantiene con el preso.
En todo este tiempo ha acogido en su casa a más de 100 personas de programas de rehabilitación. Cuenta que una de sus motivaciones bien es la solidaridad o el ver al "ser humano que está enfrente, más allá de lo que ha cometido". Julián siempre se ha dedicado a defender a personas con problemas de marginación y drogas. El primer chico al que defendió, al salir de prisión no tenía dónde acudir. Coincidió con que en aquel momento, Julián había alquilado una casa y tenía una habitación libre. "Se vino a casa y empezamos a convivir". A partir de ese momento, comenzó su historia. "Fluí con lo que en la vida iba apareciendo".
Pregunta Macarena Berlín a Julián qué sucede cuando vuelven a reincidir o recaen. "He aprendido a no apegarme a los resultados. Hay personas y procesos que salen bien y procesos que parece que no salen bien... Pero salen bien porque cada uno anda su destino". Cuenta Ríos que hay personas que vuelven a la cárcel, sufren recaídas o llegan a quitarse la vida. "No tengo capacidad para poder dejarme arrastrar por esto ni tampoco por el que ha salido bien".
Ríos es también mediador penal. Sentó a hablar al hombre que vendió los explosivos del 11M con una de las víctimas. Sucedió en la cárcel del Dueso y ocurrió tras encuentros personales que el propio Ríos tuvo con la víctima y con el agresor. Un duro trabajo en el que ambas partes "supieron escucharse, comprenderse y emocionarse". Explica Julián que cuando una persona sufre un delito, y cuanto más grave este, ambos quedan vinculados a nivel inconsciente.
Asegura que se ha encontrado con víctimas que necesitan soltar ese odio con el que conviven, alegando que esa emoción les pesa. Relata el mediador que se dan tres fases en los encuentros restaurativos. Primero se llevan a cabo entrevistas personales y más tarde se da el "cara a cara". La víctima ha de narrar a los ojos y rostro del otro y el agresor tiene que estar dispuesto a escuchar, dejar su justificación y asumir su responsabilidad. Durante la segunda parte se trata la verdad. La víctima ha de conocer los datos y hechos que el contrario cuenta. "Permite que todo se reajuste en algún nivel", menciona Ríos. Cuando el relato termina, la víctima ha preguntado y sabe, "solo queda por soltar lo que falta, cuando la víctima humaniza al agresor".
Estos encuentros son sobrecogedores. Comenta Ríos que los más emocionantes son los que acaban en abrazo. "La narrativa del sufrimiento está latiendo dentro de la mente y del cuerpo para poder ser expresada". Parte de estos procesos restaurativos se encuentran en un libro a publicar próximamente: Biografía de la reconciliación. Se trata de un libro breve, una síntesis del proceso de mediación propia de Julián. En la segunda parte, el autor cuenta las claves que ha aprendido de estos encuentros y cómo se llevaron a cabo. Para hacer eso, reconoce el autor que "antes tenía que desnudarse con lo suyo".
Acercándonos a las heridas de los otros, acabamos viendo las nuestras. "Nos vemos reflejados, no somos tan distintos". Julián Ríos cree en la reinserción. "La cárcel tiene que existir sin duda, los comportamientos delictivos tienen que tener una respuesta, ahora bien, que no se banalice el sufrimiento".