Reíd, reíd, malditos
Madrid
Tampoco haría falta someterse a ese ejercicio de masoquismo, pero si alguien tiene dudas de lo valiosa, terapéutica e imprescindible que resulta la risa…bastaría con echarle un ojo a cualquier portada de periódico, o a cualquier página digital…porque viendo lo que solemos ver ahí, la risa, sinceramente, reír para no llorar, aparece como la mejor alternativa. Y sin embargo terminamos este 2018 con la sensación de que el humor, como concepto, como valor, como patrimonio social…ha entrado en zona de riesgo. La cara más visible de este fenómeno –de este problema- es que algunos humoristas han tenido que declarar incluso ante un juez para justificar su trabajo.
Pero es que además en el día a día las tribus de ofendidos de todo tipo y por cualquier razón han colonizado el espacio y condicionan el flujo del humor; lo constriñen, lo acaban censurando o provocando algo peor que es la autocensura. Por eso yo aplaudo cualquier iniciativa que vaya en dirección contraria. Y resulta que hoy nos hemos topado con una fantástica…otra vez en el mundo de la publicidad; porque es verdad que ese género de las historias-anuncio o de los anuncios-historia nos regala auténticas joyitas. Y la campaña navideña de “Campofrío” lo es, sin duda. Una tienda muy chic donde se venden chistes como artículos de lujo y al alcance de muy pocos es el punto de partida para un relato con el que sonríes, pero que también te obliga a reflexionar. Y mi conclusión, después de verlo, es que hay que ser muy beligerante con los que intentan domesticar el humor.
Porque si perdemos esa batalla, si acabamos cediendo….seremos menos libres. Bueno, creo que ya lo somos…pero al menos que la cosa no vaya a peor.