Stieg Larsson. La historia es cíclica
El autor de la trilogía 'Millenium' novelaba sus investigaciones periodísticas partiendo siempre de una realidad
Madrid
Periodismo, literatura, novela negra, investigación, servicios secretos, tráfico de armas… Todo esto y más envuelve a la trilogía de Stieg Larsson, Millennium. Macarena Berlín habla con Antonio Rubio sobre el trabajo de este escritor, quien era también periodista.
"Su ficción está basada en sus propias investigaciones"
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Nos preguntamos si esta ficción distópica que caracteriza la obra de Larsson puede levantar las alfombras del poder, las que en España llamamos "cloacas del Estado". Antonio considera que sí. "Larsson utiliza todas sus investigaciones periodísticas para novelarlas, pero partiendo de una realidad, es decir, su ficción está basada en sus propias investigaciones".
En la trilogía de la que hoy hablamos, Millennium, "el autor cuenta la decadencia de la sociedad sueca que, a su vez, es la decadencia de la sociedad occidental. Y nos va planteando cómo realmente el poder económico es el que controla absolutamente todo".
Antonio destaca la mirada que Larsson tiene sobre la extrema derecha. "Él escribió su trilogía en el año 2004 aproximadamente y se publicó en el 2009. Estamos en 2018 y, de alguna forma, aquel ayer es el presente de hoy". Las investigaciones que Larsson realizó para su trabajo de 2004 pueden llevarse también a la actualidad. "La historia es cíclica", concluye Antonio.
Hay que resaltar algo muy importante en la narrativa de Stieg Larsson, un escritor y periodista que "no califica, describe a los personajes y las situaciones. Consigue que el lector se comprometa con lo que él está narrando". De nuevo, vemos ese periodismo intencional que caracteriza al escritor, "provocar al lector al darle las herramientas necesarias para que se dé cuenta de en qué sociedad realmente está".
Antonio habla de las fuentes viudas, aquellas que han servido a un determinado estado o empresa y son despechadas. Considera que estas fuentes ayudan a esclarecer las cosas. "El tiempo nos sirve para llegar a la verdad, y a más tiempo, más verdad".
Larsson murió en 2004, con apenas 50 años, nunca llegó a conocer el éxito que tuvo su trabajo. "Era consciente de todo lo que le quedaba por hacer todavía. Ese quehacer de los periodistas, que cada día vamos más acelerados o más comprometidos, yo creo que a Larsson le pasó factura de alguna manera", dice Antonio.