Copistas y filólogos
La Biblioteca Nacional de Madrid conserva las 'Silvas' de Publio Papinio Estacio, un texto del que se puede disfrutar gracias a la labor de los copistas que durante siglos se dedicaron a copiar la obra de Estacio
Madrid
“¿Por qué delito, joven dios, entre todos el más placentero, o por qué error, triste de mí, he merecido, oh Sueño, ser yo el único ayuno de tus dones?” Estos versos los escribió Publio Papinio Estacio, en alguna noche insomne de finales del siglo I de nuestra era. Que podamos leerlos ahora nosotros es un verdadero milagro. De no ser por un copista de la corte carolingia, que unos siete siglos después copió su manuscrito, y por un copista del siglo XV que copió a su vez en otro manuscrito hoy conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, las Silvas de Estacio se habrían perdido para siempre. De esta apasionante aventura de supervivencia de los textos que forman el legado clásico trata Copistas y filólogos, de L. D. Reynolds y L.G. Wilson, un viaje desde la antigüedad a nuestros días, a través de sucesivas épocas oscuras en las que bien pudimos quedarnos sin libros que hoy son de referencia en nuestra civilización. Otra historia fascinante es la del bizantino Demetrio Triclinio, a quien debemos, nada menos, la supervivencia de la mitad de las obras de Eurípides, para las que el manuscrito que él preparó es nuestra única fuente. El trabajo de estos hombres, que incluía no sólo la copia material, sino también el análisis crítico de los textos para detectar corrupciones en los manuscritos, hizo posible que hoy conozcamos a Cicerón, a Suetonio, a Tácito, a Sófocles, a Platón o a Aristóteles. Son héroes desconocidos de una epopeya casi clandestina, que este libro cuenta admirablemente, y que es un verdadero placer descubrir.
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Historia de cómo los manuscritos de los clásicos llegaron a nuestros días