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JAVIER CASTILLO

De la autopublicación a las superventas

El escritor dejó el mundo de las matemáticas para volcarse en la escritura. Ahora, el malagueño crece a pasos agigantados y reconoce que escribe con la intención de que su trabajo sea un juego para los lectores

Javier Castillo en Málaga. / FRANCIS VILA

Madrid

Empezó a escribir con 14 años y se considera un friki de las matemáticas. Estudió empresariales. Vivió un tiempo en Shanghai, China. Y ya en España comenzó a trabajar como consultor de finanzas hasta la noche que soñó con el comienzo de la que sería su primera novela, y el paso a su nueva vida. Macarena Berlín conversa con Javier Castillo, quien pasó de la autopublicación al fenómeno literario.

"Durmiendo siempre acabo soñando cosas relacionadas con lo que estoy escribiendo y siempre me sirve"

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Su última novela ya está la imprenta. El escritor confiesa sentirse al fin desahogado y muy ilusionado. "He tenido unos últimos meses muy tensos", asegura, "soy muy maniático del perfeccionismo y me acostaba a las mil revisando una y otra vez". Confiesa que incluso durante la última semana, antes de la fecha de entrega del trabajo, cambió una parte importante del libro. "Hasta el último momento, he vuelto loca a mi editora".

Todo lo que sucedió con Miranda Huff es su tercera novela y ya hay lista de espera para tener un ejemplar. Se trata de un thriller que el autor llevaba ya tiempo pensando y quería contar a sus lectores. El escritor siente una gran responsabilidad para no defraudar a quienes le han acompañado desde que autopublicó su primer trabajo a través de una plataforma de comercio por internet. "Se merecen un buen libro, tienes que devolverles algo que merezca la pena por el tiempo que dedican a leerte". Cree que la presión destroza la creatividad. "Escribe lo que quieras escribir, pero hazlo bien", se dice así mismo.

El malagueño comenzó escribiendo de joven relatos cortos, por pura diversión. Su último trabajo lo ha terminado de corregir en plena gira por Latinoamérica y recientemente se ha firmado la traducción de su bibliografía al coreano. "Son sueños cumplidos que ni siquiera tenía".

Las musas acuden a él siempre en sueños. "Aprovecho la cama para pensar mucho", reconoce, "durmiendo siempre acabo soñando cosas relacionadas con lo que estoy escribiendo y siempre me sirve". Así fue como nació su primera obra, un trabajo que le ha catapultado a la fama como autor de novela negra. El día que se perdió la cordura va por la edición número 25 y día a día suma más adeptos. La novela se escribió durante el trayecto diario que Javier realizaba para acudir a su anterior trabajo. Un viaje que cubre la distancia entre Fuengirola, donde reside Castillo, y Málaga.

El tren acabó siendo una fuente de inspiración para el malagueño. Tanto, que uno de los personajes de su novela está basado en una persona con la Castillo se topaba cada mañana en el vagón. Se trata del personaje de Steven. "Recuerdo que los capítulos en los que iban sobre Steven intentaba esperarme a que llegara a la parada ese hombre", una estrategia para conseguir plasmar todos los detalles que él percibía en su personaje ficticio. Declara Castillo que este individuo no sabe que aparece en la novela y aclara que "es un poco siniestro que vayas en el tren y alguien escriba sobre ti pero en realidad no es sobre ti, son rasgos concretos".

Fue su segunda novela, El día que se perdió el amor, la que afianza su carrera en el género del suspense. Se trata de una especie de continuación de la primera parte, como explica Castillo. "Yo dejé El día que se perdió la cordura con un final abierto porque quería ahondar mucho más en la historia pero tampoco quería quitarle ritmo". Así, dejó tramas abiertas para continuar en la segunda parte. "La planifiqué con la idea de que fuese una historia independiente pero que completase la primera". El amor mueve a los personajes en esta segunda entrega. "Las dos tramas son en referencia a la misma familia y cada uno de los personajes tiene un tipo de amor que los mueve hacia delante".

Cinco tramas diferentes convergen paulatinamente en esta novela. Cuatro de ellas están escritas en tercera persona y la quinta lo hace en primera persona. Al inicio de cada capítulo va escrito el nombre del protagonista. Fue un reclamo de los lectores para Castillo, ya que en la primera parte no estaban y se perdían con mayor facilidad. Es parte del juego que ha creado Castillo, un laberinto de preguntas y respuestas. "La segunda novela es más compleja en tramas, escribo con la intención de que sea un juego. Que la gente vaya leyendo, se entretenga, esté descubriendo piezas del puzzle hasta que llegue a la última, el final".

En la primer novela, el tren le dio suerte. Cuando estaba terminando la segunda, hizo un ritual. Se montó en el tren con su trabajo a punto de terminar y escribió dentro del vagón la palabra "fin". El punto final a Todo lo que pasó con Miranda Huff se puso en un trayecto de avión y es que, según el escritor, "siempre en movimiento es el mensaje".

 
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