Las consecuencias del apretado calendario electoral
Dos citas electorales en apenas un mes: el 28 de abril las generales y el 26 de mayo las autonómicas y municipales
Madrid
Con el adelanto electoral vamos a tener dos citas electorales en apenas un mes. Por un lado las elecciones generales del 28 de abril. Por otro, las autonómicas y municipales y las europeas el 26 de mayo. Es la segunda vez en democracia en que las generales y las autonómicas están tan cerca en el tiempo. Hay que remontarse hasta 1979. En aquella ocasión, las generales se celebraron el 1 de Marzo, unos comicios que ganaría Adolfo Suárez aunque sin mayoría absoluta con los socialistas de Felipe González en segunda posición. Apenas un mes después, los españoles volvieron a votar. El 3 de abril tuvieron lugar las primeras elecciones municipales en democracia, donde UCD volvería a lograr la victoria.
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Eran otros tiempos, otras circunstancias, así que quizás el referente más cercano, y que puede servir de ejemplo, es el año 2015. Entonces, los españoles tuvimos que votar en mayo, hubo elecciones municipales y autonómicas, y de nuevo en diciembre con aquellas generales que tuvieron que repetirse en 2016. Además, aquel 2015, andaluces y catalanes fueron a las urnas en marzo y septiembre para elegir, de forma anticipada, a sus representantes en el parlamento. Una sobreexposición que no afectó a la participación. En las municipales acudió el 64% del censo mientras que 7 meses después, en las generales, llegó al 73%. En todo caso, este 2019 el calendario se aprieta mucho más. Apenas dos semanas después de elegir a los representantes en el Congreso y en el Senado, el 10 de mayo, comenzará la campaña electoral para las municipales del 26 de mayo. Y en medio de todo ello, antes del 23, tendrán que haberse constituido tanto la Cámara Alta como la Cámara Baja.
La gran incógnita es qué efectos puede tener esta cercanía en la movilización. Porque si bien, se podría pensar que la saturación electoral, recordemos que será la tercera vez en cuatros años que elijamos a nuestros representantes en el Congreso de los Diputados, las generales siguen considerando unas elecciones de primer orden. Lo que unido al alto voltaje político, generado deliberadamente por algunos partidos en los últimos meses, deja un panorama algo incierto, como explica el politólogo y profesor de la Universidad Carlos III Pablo Simón: “Sí es cierto, que cuando las están cercanas se suele ir progresivamente deprimiendo la participación en los comicios posteriores. Sin embargo también es verdad que estamos en un contexto de mucha volatilidad e incertidumbre y justamente este parámetro, el de la participación, es el más complicado de estimar”.
La otra clave, relacionada con la participación, es cómo afectará a los partidos políticos. Porque si Sánchez decidió no hacer coincidir todos los comicios en ese ‘superdomingo’ evitando así desvirtuar las autonómicas y municipales y perjudicar a sus barones, la estrategia puede resultar bien, pero solo si el resultado es bueno en las generales. “Puede haber cierto efecto de arrastre entre las primeras hacia las segundas. O dicho de otra manera los resultados que se obtengan en las elecciones generales por cada uno de los partidos, puede generar cierto efecto ‘luna de miel’, cierto efecto de viento de cola, que después pueda propulsar a las marcas relativas” subraya el también colaborador de Hoy por hoy.
Es decir que si, por ejemplo, los socialistas son los más votados en las generales, su marca estaría en una posición de despegue de cara a los comicios de mayo, argumenta Simón. Así que, la campaña para las generales, e incluso la precampaña ya activada, puede ser decisiva para todos los procesos electorales que nos esperan.