La Iglesia se esconde en el secreto
Josep Ramoneda analiza la reacción de la Iglesia tras la cumbre antipederastia, el acto de reconocimiento de Pedro Sánchez a Azaña y Machado, y las posibilidades electorales del PSOE en Cataluña
La Iglesia se esconde en el secreto
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Barcelona
¿Por qué el Papa no convence cuando promete cambiar la actuación de la Iglesia ante los casos de abusos de menores? Porque son demasiados años minimizando estos crímenes y lavando como pecados a gravísimos delitos. La Iglesia ha venido demostrando que ante las denuncias solo le importa preservar su imagen y exhibir su poder atemorizando a las víctimas. Y, con esta tradición, cuando las palabras no van acompañadas de hechos y directrices claras y concretas es difícil conseguir credibilidad. Me he acordado de un pasaje de “Adiós a las armas” de Ernest Hemingway. “Padre, ¿qué haría usted si después de muerto se entera de que Dios no existe? Respuesta: “Me guardaría el secreto”. Pues eso, la Iglesia siempre se esconde en el secreto.
Vivimos tiempos poco dados a jerarquizar adecuadamente los acontecimientos. La furia de la confrontación lo banaliza todo. El pasado domingo el presidente Sánchez visitó las tumbas de Manuel Azaña y de Antonio Machado y se acercó a un campo de concentración francés en el que fueron indignamente acogidos los españoles que huían de la guerra. Es decir, por primera vez un presidente del gobierno hace un acto de reconocimiento y homenaje al exilio republicano. Este es el acontecimiento. Que algunos grupos de ciudadanos hayan acompañado los actos con protestas con referencia a los dirigentes independentistas presos o exiliados forma parte la libertad de manifestación. Del mismo modo que en el ejercicio de la libertad de expresión muchos critican detalles del viaje del presidente, desde sus discursos hasta que haya depositado la rojigualda ante la tumba del poeta. Pero no nos engañemos, el acontecimiento es el gesto de Pedro Sánchez. Lo demás es música de acompañamiento.
Tengo para mí que el PSOE tiene una cierta oportunidad para recuperar terreno en Cataluña en las próximas generales. El voto útil puede jugar a su favor, en un momento en que muchos ciudadanos creen prioritario cerrar el paso al tridente de la derecha. Pero para que ello ocurra hay que cumplir una condición: que Josep Borrell no sea el candidato. Su imagen genera rechazo de amplio espectro.