Muestrario para que el electorado se desperece
Josep Ramoneda analiza las últimas medidas aprobadas por el Gobierno, la sensación de desconcierto que transmiten las declaraciones de Rajoy, Sáenz de Santamaría y Zoido en el juicio al procés, y la muerte de Xabier Arzalluz
Muestrario para que el electorado se desperece
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Barcelona
La brecha salarial entre hombres y mujeres es una de las injusticias más flagrantes y al mismo tiempo más fáciles de reparar si se legisla adecuadamente. Lo que implica imponer por ley el principio igual trabajo, igual salario. El Gobierno, en su último Consejo de Ministros antes de la convocatoria electoral ha puesto en marcha los procedimientos para afrontar esta discriminación. La pena es que lo haga cuando ya está en la puerta de salida y sin tiempo para implementarlos realmente. Si el PSOE no renueva, ¿será la derecha capaz de echar la iniciativa para atrás? Decreto de vivienda y alquileres, permisos de paternidad, el Gobierno acelera en el último minuto. Un muestrario para que el electorado se desperece: si tu no vas, todos estos avances pueden quedar en aguas de borrajas.
Dicen personas que le frecuentaban, que Rajoy tenía obsesión en evitar que las portadas de la prensa internacional abrieran con policías retirando urnas y cargando contra las personas. Y el famoso 1 de Octubre, bajo su mandato, esto ocurrió. Ahora, hemos quedado estupefactos al oír que tanto el presidente como la vicepresidenta Sáenz de Santamaría como el mismísimo ministro del Interior, declaraban bajo juramento que nada tenían que ver con el dispositivo policial de aquel día. ¿Quién mandaba, entonces, en España? En una jornada que se dijo que era el momento más delicado desde la transición, ¿la policía iba por libre? De Bárcenas al 1 de Octubre, eludir responsabilidades parece ser la esencia del rajoyismo. Por eso cayó.
Es difícil ser indiferente ante una personalidad adusta y peleona como Xavier Arzalluz. Granítico en lo ideológico, nacionalista del viejo estilo, correoso en lo político, hay algo que no se le puede negar: él armó al Partido Nacionalista Vasco para el nuevo régimen, dotándole de los instrumentos para que fuera la pieza articular de la sociedad y de las instituciones vascas. Y mantuvo siempre a PSOE y PP a raya. Y lo hizo con una doble legitimada, la del partido que representaba él, y la del liderazgo electoral, que él nombraba y sustituía a conveniencia. Hasta que cambiaron los tiempos y el viejo PNV, ya en la decadencia de ETA, fue dando paso al nuevo estilo pragmático, discreto y poco amigo de las soflamas ideológicas, que tuvo en Josu Jon Imaz y ahora en Iñigo Urkullu a sus más genuinos representantes.