A vueltas con la memoria
La literatura, a menudo incómoda, nos advierte y recuerda de los errores del pasado, en un intento de que estos no caigan en la ignorancia y el olvido
Madrid
«Sucedió, lo que quiere decir que puede volver a suceder». Esta sencilla e impecable reflexión se la debemos a Primo Levi, a propósito del horror que la vida le deparó conocer, al que logró sobrevivir y del que se convirtió en testigo esencial: el de la vida y la muerte en el Lager, el holocausto narrado de forma sobrecogedora en su Trilogía de Auschwitz, y en particular en su primera parte, Si esto es un hombre. Es una frase que conviene recordar, por su carga de advertencia, pero también como prueba del valor de la literatura que se ocupa de la memoria de los tiempos oscuros. Es esta una literatura que a menudo resulta incómoda, que algunos ven incluso inconveniente, pero que es necesaria porque su alternativa, el olvido, abre la más pavorosa de las perspectivas: acabar reproduciendo lo que ignoramos que pudimos hacer. Hay en la literatura española de hoy dos memorias espinosas, de las que de uno u otro modo se intenta disuadir a quienes escriben: la de la guerra civil —y la inclemente victoria que vino tras ella— y la del terror de ETA —y la paz involuntaria a la que acabaron resignándose los terroristas—. A veces sucede que hay quien exige que se olvide la una mientras espera que se recuerde la otra, y viceversa, pero la memoria literaria debe poder acercarse por igual a ambas. Moleste a quien moleste, de las dos venimos.
"Sucedió, lo que quiere decir que puede volver a suceder"
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