Alimentar la conversación
Los grandes escritores escucharon antes de sentarse a escribir, y por eso son capaces de provocar que otros, al leerles, sientan que les suena al oído una palabra que no pueden dejar de escuchar y corresponder
Madrid
Un libro es, entre otras cosas, una conversación: lanzada por quien lo escribe, pero sostenida por quienes lo leen. Los libros que quedan en la memoria son aquellos en los que el autor supo, y el lector o los lectores también supieron, entregar y recibir. Es ese rasgo de la conversación, la reciprocidad en la entrega y en la recepción de mensajes, lo que a veces se pierde en nuestras modernas formas de comunicación. En las redes sociales sobreabundan los monólogos, las exhibiciones, la sordera. Los grandes escritores escucharon antes de sentarse a escribir, y por eso son capaces de provocar que otros, al leerles, sientan que les suena al oído una palabra que no pueden dejar de escuchar y corresponder. La Odisea, el Quijote o La metamorfosis son hoy mucho más que lo que pusieron sus autores: son la suma de eso, de ellos, de su experiencia y su sensibilidad, y de las de todos sus lectores. Pensaba en eso días atrás, en Morella, Castellón, ante alumnos de bachillerato que habían leído, escuchaban y enriquecían con su mirada lo leído. Sus profesores agradecían que alguien se acercara a un pueblo no muy grande, no demasiado bien comunicado, a hablar de literatura con los chavales. El interpelado agradece que haya quien siga alimentando la conversación, en tiempo de gritos y de ensimismamientos. En ese empeño nos lo jugamos todo, y no sólo el futuro de los libros y la lectura.
La reciprocidad de la lectura
01:42
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000005457919/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>