Una caja de bombones
A quien creyese que los gastos del Gobierno Puigdemont estaban perfectamente controlados, ayer el segundo de Cristóbal Montoro le explicó que la trampa siempre es posible

Madrid
Un juicio es una caja de bombones. No sabes cómo saben hasta que la abres y los pruebas. El proceso del “procés” cada día arroja sorpresas.
A quien creyese que los gastos del Gobierno Puigdemont estaban perfectamente controlados, ayer el segundo de Cristóbal Montoro le explicó que la trampa siempre es posible.
A quienes pensaban que los Mossos no eran verdaderos policías, sino mayordomos del separatismo, el mayor Trapero aún les provoca insomnio: él y los suyos estaban preparados para detener al Govern y llevarlo a la cárcel. Y así se lo propusieron a los jueces. ¡Vaya mayordomos!
A quienes creían que guardias civiles y policías nacionales seguían órdenes precisas del Gobierno de Mariano Rajoy, les escandalizará saber que seguramente no era así. La instrucción 4/2017 de su secretario de Estado de seguridad, José Antonio Nieto, no se repartió ni comunicó ni explicó a todas la fuerzas. Decía que había que poner por delante la “seguridad” de agentes y ciudadanos de la “eficacia” en desarmar el referéndum. Y el mensaje no llegó a los polis de base. Hubo las escabechinas que hubo y nadie responde por ellas. Es un escándalo mayúsculo.
Un juicio es una caja de bombones. Y todos los días la abrimos. Y aprendemos a distinguirlos.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




