Hora 25El dietario de Ramoneda
Opinión
El dietario de Ramoneda

Ciudadanos vacila

Josep Ramoneda analiza las dudas que transmiten los últimos movimientos electorales de Albert Rivera, las propuestas sociales anunciadas por Pedro Sánchez y la jornada de hoy del juicio al procés

Ciudadanos vacila

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Barcelona

La ambición da la medida del estado de salud de los partidos. Cuando uno va de subida se atreve a todo, cuando siente que sus fuerzas flojean mira a derecha e izquierda y se obsesiona en las fugas de votos. De las 110 medidas de Pedro Sánchez se pueden discutir su viabilidad, pero tienen la virtud de poner el punto de mira en la desigualdad. Mientras todos se parapetan tras la retórica identitaria, el presidente apela al estado real de la sociedad. Es decir, pone la acción sobre las causas del malestar como prioridad, en tanto que solo actuando sobre ellas se podrán superar las consecuencias de no haber sabido afrontarlas.

En cambio, Ciudadanos vacila. Desde que Vox lleva la voz cantante en la derecha, Albert Rivera transmite dudas. Tantas que en su último golpe de efecto electoral ha optado por una posición subalterna: se ofrece a Casado para aparecer desde ya como coalición de gobierno, sin esperar los resultados electorales. De una tacada, Rivera reconoce que no está en condiciones de alcanzar el sorpasso al PP y renuncia a jugar la carta de la polivalencia ante un resultado electoral que puede ser endiablado. ¿Miedo al fracaso u obstinación contra el independentismo que va camino de convertirse en el único signo de identidad de Ciudadanos? ¿Qué se ha hecho de la retórica liberal que debía distinguirle del PP y darle las llaves de cualquier superación transversal del eje derecha-izquierda? El nacional populismo ha tendido la trampa de la polarización y Rivera está atrapado en ella.

El juicio por el proceso catalán sigue encallado en el mismo punto: la enorme distancia entre las palabras y los hechos. Ni siquiera la esperada declaración del teniente coronel Baena rompió el círculo vicioso. Como sus colegas, fue generoso con el relato de la fiscalía en las palabras. Escogió como concepto la palabra insurrección. Nadie había llegado tan lejos, pero al descender del nombre a la cosa resultó que no había habido detenciones, ni heridos, ni grandes desperfectos, ni se tomó nunca la decisión de una intervención especial como requerirían unos hechos tan graves. Moraleja: estamos donde estábamos: ¿Qué insurrección, es esa?

 
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