Hedor a cloaca
Hedor a cloaca
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Madrid
La información que viene contando la SER sobre el objetivo último del espionaje de Villarejo a Pablo Iglesias es de extrema gravedad y da un salto cualitativo muy importante sobre la actividad presuntamente criminal que anidaba en un departamento del Ministerio de Interior cuando gobernaba el PP.
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Los investigadores le dicen a esta redacción que se utilizó información privada extraída del teléfono robado a una colaboradora de Iglesias, para fabricar bulos e intentar boicotear el posible pacto de gobierno entre dos partidos votados por los españoles, Podemos y el PSOE. De ser así, toca el corazón de la democracia.
La secuencia de aquel año vertiginoso, el 2016, incluye, en primer lugar la publicación del famoso informe PISA sobre la financiación de Podemos. Ningún juez lo admitió porque no eran más que recortes inconexos sin ningún indicio de delito. Pero se filtra y publica el informe justo cuando se constituyeran las Cortes tras las elecciones de diciembre del 15 y socialistas y morados no descartaban todavía un gobierno conjunto.
Y en segundo lugar, los comentarios privados de Iglesias en un chat sobre una presentadora de tv, se publican en julio del 16, tras la repetición de las elecciones, cuando de nuevo se iniciaba un periodo de contactos entre partidos.
¿Quién encarga el robo del teléfono, quién extrae la información, quién fabrica los bulos y finalmente quien decide que se filtre justo en momento tan concretos? Esto es lo que debe aclarar la investigación judicial cuando estamos en puertas de otra cita con las urnas.
A esta campaña electoral solo le faltaba este hedor a cloacas.