Muere Agnès Varda, la maestra de la Nouvelle Vague

Madrid

Pionera del cine feminista, la directora belga Agnès Varda era uno de los rostros más queridos del cine francés. Una de las pocas mujeres de la Nouvelle Vague, esa nueva ola de directores franceses que en los sesenta cambiaron el cine europeo liderados por Godard y Truffaut. Ahora, a sus 90 años ha fallecido tras un tiempo sufriendo un cáncer, enfermedad que padecía y que atormentaba a la protagonista de Cléo de 5 à 7, una de sus películas más conocidas.

De espíritu humanista, Varda es autora de películas como La pointe courte, con la que debutó y que bebe del neorrealismo italiano. En la etapa cercana al mayo del 68 su cine estuvo influenciado por las demandas de la sociedad. Lo vemos en La felicidad o Las criaturas y en Una canta, otra no, donde refleja las luchas feministas en tono jovial. 

Las cien y una noches, Daguerréotypes o Los espigadores, de la que después haría una segunda parte y que supone una reflexión sobre el cine, la manera de contar y las capas que tiene una película. En todas ellas, la directora nacionalizada como francesa, firma un cine realista, a veces social, del que beben otros realizadores como los Dardenne o Ken Loach. Su obra maestra suele considerarse Sin techo ni ley, con la que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia. Varda mostraba, a través de una mendiga, todo el desarraigo social de las personas sin hogar.

Siempre siendo plenamente consciente de su poder para agitar a otras mujeres. "Sugerí a las mujeres que estudiasen cine. Les dije: Salid de las cocinas, de vuestras casas, haceos con las herramientas para hacer películas", contaba la directora. Estuvo casada con el cineasta francés Jacques Rémy, que murió en 1990. Entonces dedicó varios documentales, como L'univers de Jacques Demy o Les demoiselles ont eu 25 ans, centrado en la conocida película de Demy, Las señoritas de Rochefort.

Con su habitual pelo teñido de varios colores, era conocida en los últimos años como "la abuela de la nouvelle vague", una nomenclatura que hacía gracia a la directora. "Soy un dinosaurio", decía en el Festival de San Sebastián en el año 2017, cuando recibió el premio Donostia a su carrera. "He visto la lista de premiados y son todo estrellas y realizadores. No sé si es la primera vez que se lo dan a una persona marginal como yo, que apenas hace dinero", reconocía. 

Ese año también tuvo el Oscar honorífico y estuvo nominada a mejor documental por Caras y lugares, una mirada a la Francia vacía, a los oficios olvidados y marginados, en la que aparece una de las características de su cine, el uso subjetivo de la voz en off. Varda recorría el país en furgoneta con el artista y fotógrafo JR, en un ejemplo de cómo dos generaciones pueden dialogar en el cine. Su último trabajo fue otro documental, género que cultivó sobre todo en su última etapa creativa. Varda, by Agnès es otro viaje, el que hace la directora de París a Los Ángeles y Pekín reflexionando sobre su experiencia como cineasta y escritora.