La bandera del Estado Islámico ondea más allá del fin del califato
DAESH continúa activo en Irak y Siria, pese a haber perdido el control del territorio, y su reino del terror se extiende en África o el sudeste asiático
Madrid
En el caos provocado por la guerra, el autoproclamado Estado Islámico encontró el territorio ideal para desplegar su reino del terror. Pero el califato ha caído. Los yihadistas ya no controlan ningún territorio en Irak y Siria, cuando sus dominios llegaron a ser tan grandes como Reino Unido. Su bandera, sin embargo, sigue ondeando. Desde la proclamación del califa Abu Bakr al-Baghdadi en una mezquita de Mosul en 2014, a la marca de Daesh se han adscrito diferentes grupos, como antes hicieron con Al Qaeda, que se extienden por distintas zonas de Asia o África, además de su alcance sin fronteras a través de internet. La bandera del ISIS ya no preside ni una sola ciudad en Irak y Siria, pero eso no quiere decir que ISIS haya terminado.
Existe, por ejemplo, en el sudeste asiático. "Concretamente en Filipinas, que es un lugar de actuación, aunque como una especie de franquicia, en el que más fuertes son", explica Isidro Sepúlveda, profesor de la UNED y experto en terrorismo. En la antigua colonia española llegaron a controlar una ciudad, Marawi, donde fueron combatidos hasta ser derrotados. Pero allí, en un paisaje agreste, propicio para la formación de combatientes, el ISIS sigue activo y matando: en enero un atentado contra una catedral murieron más de 20 personas.
Daesh sigue también activo en Afganistán. Hacia allí se han ido redirigiendo mucho de sus combatientes conforme perdían terreno en Irak y Siria. Sigue activo también, a través de franquicias, en el Sahel y otros puntos de África. Pero su influencia va más allá de áreas geográficas. Lo advierte la ONU en su último informe sobre terrorismo: "Es probable que, tras su desintegración territorial, el Estado Islámico intente mantener su influencia mundial utilizando internet y las plataformas o los medios sociales con el fin de instigar, movilizar y dirigir a sus seguidores para que perpetren atentados en sus países de origen".
Coincide Isidro Sepúlveda: "Ahora nos enfrentamos a actuaciones más de tipo terrorista, incluso de lobos solitarios, que a desafíos que alteran el statu quo internacional". Otro experto, en este caso Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, recuerda aun así que el mayor número de víctimas del yihadismo no se da en Europa. Le avalan los datos: según el Observatorio Internacional de Estudios Sobre Terrorismo, las víctimas del yihadismo en Europa son el 0,08% del total.
Así que el Estado Islámico ha caído en los dominios de su llamado califato, pero sigue presente en otros territorios y sigue presente en internet. Su red propagandística, la calidad y cantidad de sus productos, dice la ONU también, es cada vez peor, pero todavía se mantiene activa. "El caldo de cultivo, el monstruo que se ha generado, sigue estando ahí", advierte Núñez Villaverde. "Aquellos que se sienten apelados por la yihad no se mueven por la razón, sino por el sentimiento y la fe. Una falta de razones no va a debilitar que los que quieran incorporarse lo vayan a hacer", dice Sepúlveda.
Y una última pregunta: caído el califato, ¿dónde está el califa? Pues de Abu Bakr al-Baghdadi no se sabe nada desde hace años, apenas versiones encontradas. Unos dicen que murió en un ataque, otros que sigue vivo y otros que quedó malherido. Pero el protagonismo del líder supremo en el terrorismo yihadista es relativo frente a otros tipos de terrorismo tradicionales. Cayó Osama Bin Laden, pero no cayó Al Qaeda. Ha caído el califato, pero la bandera del terror sigue ondeando. Lo mismo, creen los expertos, sucederá si se confirma que ha caído el califa.