La VentanaLa opinión de Carles Francino
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El país de las broncas

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Madrid

Decididamente, creo que somos un país bastante raro. Especial en algunas cosas y con una tendencia a la bronca realmente notable. Pero no crean que voy a hablarles hoy de neandertales que matan a los recién nacidos, ni de las cloacas policiales que cada día huelen peor, ni de líderes políticos que insultan alegremente al adversario como si en lugar de elecciones lo que esté convocado sea un botellón.

No, lo de hoy es tal vez menos conocido; más modesto en su tamaño; pero de indudable trascendencia para quien lo sufre. Me explico. Hoy les hablamos desde Ibiza, hemos venido aquí a abrir “La Ventana”, estamos acompañados de un montón de oyentes, de amigos, todo muy bien. Pero esta mañana abro el “Diario de Ibiza” y me encuentro con un artículo titulado “Menorca no nos quiere”, donde se hace una lista de agravios por tema de inversiones, de equipamientos.

Pero es que también esta mañana en Radio Ibiza un analista tan fino como Matías Vallés, periodista del “Diario de Mallorca”, le escucho decir que Mallorca puede estar tan alejada de Ibiza como Jamaica. Y después de esto he empezado a preguntar, y a preguntar y resulta que esto se repite en todo Baleares y en todas direcciones. Pero, claro, bien mirado, tampoco sé de qué me extraño, no hay rincón de España donde no tengamos un pollo.

En las otras islas, en las Canarias, el pleito es histórico. En Tenerife llegó a haber manifestaciones para que Las Palmas no tuviera universidad. Lo de Cádiz y Sevilla, alimentado además con la rechifla del carnaval es de aúpa. Lo de Oviedo y Gijón ya ni les cuento. En Castilla y León están últimamente que trinan con el centralismo de Valladolid. Y la rivalidad secular entre Tarragona y Reus consiguió que la estación del ave se ubicara en un lugar tan equidistante como campestre, lejos de las ciudades; o sea, una ridiculez en toda regla.

Y podríamos seguir, pero no hace falta. La pena es que yo, incauto de mí, pensaba que un lugar tan hermoso como la isla de Ibiza, de la que hoy vamos a hablar, quedaba fuera de esta epidemia. ¡Craso error! Ya lo dice el refrán: “nunca te acostarás sin saber una cosa más”.

 
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